WARRIORS 120-THUNDER 111 (2-3)

Curry resurge y los Warriors no se rinden: habrá sexto partido

El MVP resurge en el último cuarto de un duelo eléctrico en el que los Warriors evitaron la eliminación. El sexto partido, en Oklahoma.

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NBA

Tras una canasta heroica que puso el 112-101, Stephen Curry le gritó al Oracle, y seguramente al destino, “no nos vamos a casa”. Poco después, y antes de un final loco con intercambio de puntos de fogueo, el pabellón rugía en coro: “nos vemos el lunes”. Porque el lunes se jugaría un hipotético séptimo partido pero antes, claro, hay que jugar el sexto en Oklahoma City, donde espera noche de cuchillos largos, y volumen atronador, el próximo sábado. En menos de 48 horas. Los Warriors, tras su absoluto desastre en el tramo central de la eliminatoria, hicieron lo que tenían que hacer: agarrarse a su pista y a su corazón y sobrevivir (120-111 final). Ahora los Thunder son favoritos, pero esto ya es un sexto partido: espaldas contra la pared, margen de error que tiende a cero y una acumulación de cansancio físico y mental que puede ser determinante. Ahí se abre el camino a los héroes pero ni eso facilita el pronóstico: los dos equipos los tienen.

La final del Oeste 2016 pasó a convertirse en una delicia que puede acabar siendo histórica en este quinto partido eléctrico, épico, con errores gruesos e intercambios superlativos. Con pequeños ajustes desde los banquillos y vaivenes anímicos extenuantes. Los Warriors fueron mejores casi siempre pero no cerraron el partido hasta que Stephen Curry desempolvó el formato MVP en los últimos minutos. Hasta entonces había aireado ese click que falla en su desplazamiento lateral por la rodilla no del todo curada, y había sufrido la defensa ultra física de esa montaña móvil de músculos y brazos kilométricos que son los Thunder. Sin tiros fáciles y con más sudor que magia, remó hasta un descorche que alcanzó driblando, penetrando, forzando la mano del jugador que tenía que aparecer… y apareció. 12 puntos y 4 rebotes en el último parcial. En total, 31 y 7 con 6 asistencias y 5 robos… y solo un 3/8 en triples. Curry no fue el Curry mutante que apenas parece pisar la pista pero tampoco fue la sombra que penó por OKC. Este era el partido de la supervivencia, el del sábado será el de la muerte o la redención, el de estropear definitivamente una temporada que apuntaba a legendaria o el de regalarse una oportunidad de dar otro bocado a la historia. Y, por cierto, los Warriors pueden lamerse las heridas de los partidos tercero y cuarto… pero deberían acordarse también de su ridículo segundo tiempo del primero, aquel que (parece que ha pasado un siglo) tenían absolutamente controlado hasta el tercer cuarto.

El plan de los Thunder, el regreso de los Warriors

Los Warriors no recuperaron una versión extraordinaria de sí mismos ni solventaron muchos de los problemas que les está planteando la defensa de los Thunder (9/24 total en triples) pero sí enseñaron resistencia y capacidad colectiva: alma. La defensa mejoró drásticamente en protección del aro (clave Bogut: 15 puntos y 14 rebotes) y en la sujeción de las oleadas en transición de Westbrook y Durant. El ataque no fue excelso pero llegaron a las 25 asistencias (34 entre los dos partidos anteriores). Y el banquillo ganó su particular partido con 8 asistencias de Iguodala, 14 puntos de Speights y un parcial de 10-2 fundamental (91-79) para abrir el último cuarto contra un versión casi titular de los Thunder. Además, Klay Thompson sumó con sufrimiento (27 puntos en 21 tiros) y Draymond Green apareció tras otro montón de minutos fantasmales. Después de una técnica que parecía desenfocarle definitivamente, sacó una versión al menos reconocible de sí mismo, pululando por todas partes en defensa y retando a Ibaka en el aro (al final, 11 puntos, 13 rebotes y 4 asistencias).

Y pese a todo lo que hicieron bien, pese a un partido acuoso de Kanter, Waiters y Roberson y pese a un control mucho mayor del efecto Ibaka/Adams, sobre todo en el primer tiempo, los Warriors no vivieron nunca tranquilos. Amagaron tanto con un despegue que siempre acababa abortado que la noche cogió tintes fatalistas. A cada esforzado tirón (22-12, 53-45…) respondían los Thunder con aparente facilidad, sin el brillo de los últimos partidos pero con ese plan en el que creen, y con razón, a pies juntillas. Durant y Westbrook sufrían y fallaban pero aparecían en cada punto de inflexión… hasta la aparición final de Curry, que anotó cuando tenía que anotar y defendió con una fe salvaje en el último cuarto. Durant sumó 40 puntos pero se fue a casi 45 minutos en pista, a un 12/31 en tiros y a 3 pérdidas por 4 asistencias. Y Westbrook acabó con 31+7+8 pero 7 pérdidas, un 11/28 en tiros y fases de esa obcecación que, a veces, sigue siendo marca de la casa. El precio de ser un superhéroe. A pesar de muchas señales de alarma, los Thunder estuvieron siempre en el partido, se adelantaron en el tercer cuarto (67-68) y estaban a tiro (de 103-90 a 107-101) en un final sísmico, salvaje: los playoffs en toda su gloria.

Así que ahora cada uno puede elegir bando, o estadística, o corazonada: los Thunder parecieron a un par de ajustes (menos pérdidas, algo menos de hero ball de sus estrellas, simplemente un poquito más de acierto...) de seguir siendo el mejor equipo de la eliminatoria. Pueden pensar que llega su partido, en su pista (como contra los Spurs: no fallaron), pero también pueden temer que a los Warriors les queda una vida que puede valer por muchas. Porque los de Kerr, que sigue sin perder tres partidos seguidos como entrenador, pueden sentir ahora que han comenzado a abandonar el rebufo de su rival. Este quinto partido pudo ser el canto del cisne, un último ejercicio de orgullo en su casa, o el punto de inflexión en el regreso de la confianza… y del MVP. Todas las respuestas mañana por la noche, sin tiempo para respirar. Será tremendo en el peor de los casos… y legendario en el mejor. Que nadie duerma.