FINALES 2016 | WARRIORS 3 - CAVALIERS 3

40 cámaras y 1.800 km de fibra: así llega la NBA a las casas

La producción de los partidos de la Final implica una enorme infraestructura en la que cada vez ganan más peso las nuevas tecnologías.

Oakland
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40 cámaras y 1.800 km de fibra: así llega la NBA a las casas
Ramin Talaie AFP

Las Finales 2016 de la NBA están siendo unas de las más vistas de toda la historia. ABC registró en el sexto partido una media de 20,7 millones de telespectadores con un pico máximo de 25,2. Antes de llegar al séptimo, en el que las cifras pueden ser de récord, la media de la eliminatoria estaban en 18,5 millones y la cadena había obtenido 224 millones de dólares en publicidad y proyectaba otros 45, aproximadamente, para el duelo decisivo, que tiene en vilo a EE UU en la jornada en la que se celebra el Día del Padre.

Un dato todavía más interesante de ese sexto partido en el que LeBron se empeñó en llevar la Final al límite es que 1,3 millones de usuarios únicos conectaron con él a través de WatchESPN, que acumuló un total de 68,6 millones de minutos en streaming. Una ventana al futuro ahora que Steve Ballmer, el multimillonario dueño de los Clippers que durante más de tres décadas formó parte del círculo más cercano a Bill Gates en Microsoft, se ha propuesto crear su propio canal de streaming para dar salida a los contenidos de su franquicia angelina a través de una plataforma OTT (Over The Top): redes de área amplia que no gestionan las empresas de telecomunicaciones tradicionales ni están sujetas al marco regulador de estas. Los derechos televisivos a nivel local de los Clippers pertenecían hasta el final de esta temporada a Fox Sports a cambio de 25 millones anuales. Ballmer ya rechazó ampliar el vínculo incluso con una subida a 60 millones por temporada. Y si finalmente vuelve a cerrar el acuerdo con el canal, lo hará en paralelo a su futurista versión de la distribución de contenidos propios en streaming: cámaras especiales de los jugadores, estadísticas avanzadas, jugadas en tiempo real…

En ese primer atisbo de un futuro que ahora nos alcanza a la carrera, la NBA supo posicionarse como la competición que mejor exprime los recursos de las redes sociales y el feedback con los aficionados, algo esencial en la actual estrategia de marca de la liga y un vínculo con los tiempos casi heroicos en los que, a la fuerza ahorcan, la NBA tuvo que avanzar por donde otros no avanzaban para no verse abocada al ostracismo absoluto y, seguramente, a la desaparición. Antes de las actuales cifras de audiencias y de los años de apogeo con los anillos de Michael Jordan y el Dream Team alcanzando cotas de fama más propias de los Beatles en los Juegos de Barcelona, las Finales de 1987 entre Lakers y Celtics alcanzaron ya a una media de 15,9 millones de telespectadores, en realidad un milagro si se piensa que seis años antes, los partidos del primer anillo de Larry Bird (1981, Celtics-Rockets) se emitieron en diferido. Eran años en los que Los Angeles Times publicaba unos datos de consumo de cocaína entre jugadores que superaban el 50% del total de la liga y en los que está no tenía ni videoteca ni estrategia. Eso cambió con David Stern.

Todavía a las órdenes de Larry O’Brien y Comisionado a partir de 1984, Stern comprendió que la NBA necesitaba propiciar una revolución para llegar al gran público. Y su estrategia pasó por facilitar aparatos de vídeo a todas las franquicias para que grabaran los partidos y se los enviaran por correo convencional. A partir de ahí creó una central (NBA Entertainment) encargada de analizar y seleccionar imágenes de esos vídeos y producir piezas que potenciaran el valor de las estrellas y lo más positivo de la marca NBA, que solo tenía en 1985 diez partidos de Regular Season televisados a nivel nacional. A través de selección de highlights y cuidado de los anuncios y vídeos promocionales, la liga arropó el boom de la rivalidad Magic Johnson Larry Bird como antesala a la llegada de Michael Jordan: el eje de la explosión de la NBA como icono global. En 1990 NBC comenzó a emitir el celebrado “Inside Stuff”, un programa también pionero en el que confluían deporte, música y cultura popular. Ahora, un cuarto de siglo después, Mark Cuban (multimillonario dueño de los Mavericks) ha donado cinco millones de dólares a la Universidad de Indiana para el desarrollo de un sistema que revolucionará las repeticiones con imágenes instantáneas de 360 grados y en tres dimensiones. Otros tiempos, mismo objetivo.

La NBA, con el reputado Steve Hellmuth (vicepresidente de operaciones y tecnología) a la cabeza, gestiona ahora un mastodonte de comunicaciones y servicios en el que ha sido pionera en la utilización de sistemas como las cámaras SportVU, que capta imágenes de los partidos desde seis puntos del techo del pabellón y que envía datos de la posición de los jugadores y el balón a razón de 25 veces por segundo. Esto permite extraer estadísticas que van mucho más allá de las convencionales: distancia recorrida, velocidad, proximidad de los rivales cuando se ejecuta un lanzamiento o cuando se lucha por un rebote…

Solo en el primer partido de la Final y desde el parking del Oracle Arena de Oakland, por el enorme tráiler negro de la NBA (World Feed Truck) pasaron 31,3 terabytes de información (vídeos, fotografías, estadísticas…: el equivalente a 7.000 DVDs) que se distribuyeron por todo el mundo de la forma más personalizada posible y a través de la base de operaciones en Secaucus (New Jersey), donde la liga tiene almacenadas más de 400.000 horas de imágenes digitalizadas de partidos. También en tiempo real se analiza qué se consume y cómo se consume: en África se multiplica exponencialmente el seguimiento vía teléfonos móviles mientras que en el resto del mundo se siguen utilizando más dispositivos con pantallas más grandes: ordenadores, tablets…

La base de imágenes con la que trabaja la NBA llega básicamente de la producción de los partidos, en manos de Disney (ABC y ESPN) y Turner (TNT). Estos grupos pagarán entre la próxima temporada y 2025 24.000 millones de dólares por unos derechos que hasta ahora les costaban por año 485 (Disney) y 445 (Turner). ABC lleva 14 años encargándose de las Finales, un esfuerzo descomunal de producción para llegar a 215 países que ven los partidos en 47 idiomas. Las doce cámaras de un partido normal se convierten en 38, que incluyen las I-MOVIX  reproducción en súper slow motion de imágenes capturadas a 600 frames por segundo. Una última tecnología que en el futuro irá más allá: ESPN podría emitir ya en una ultra alta resolución a 8k (8.000 píxeles de resolución horizontal) que dejaría atrás la 4k. Pero ni todos los actores del proceso están listos para gestionar esas imágenes ni se tiene claro que vaya a suponer, a partir de los niveles de calidad alcanzados ya, una revolución en niveles de la que el trajo el cambio de SD a HD: la llegada de la alta definición.  

En los camiones de producción de ESPN unos 150 monitores gestionan las imágenes de las cámaras, que viajan en 0,25 segundos a la base de realización del canal en Bristol (Connecticut), donde les esperan 26 satélites desde los que salen redirigidos a todos los rincones del mundo. Las imágenes del directo llegan a las casas con menos de siete segundos de retardo real. Ese nuevo centro de operaciones del canal, inaugurado en 2014, costó 125 millones de dólares, ocupa más de 18.000 metros cuadrados y lo recorren más de 1.800 kilómetros de cable de fibra óptica. Cuando el pabellón en el que se juega también dispone de ella, las imágenes llegan a Bristol en apenas 0,03 segundos, por lo que a veces los gestores de contenidos para las redes sociales tienen que contenerse algún segundito o podrían volcar un vídeo antes incluso de que la señal de la retransmisión en directo llegue a las casas. Cosas de los nuevos tiempos…