La paranoia cambia ahora de bando: de LeBron a los Warriors

Lo que es la vida. Toda la temporada hablando de los Warriors, de cómo han cambiado el baloncesto, de su lucha contra la historia y los Bulls de Michael Jordan… y resulta que el anillo ha ido a parar a manos de LeBron James. Una vez más, el deporte se revela como el más fiel reflejo de la condición humana. Su capacidad para sorprendernos no tiene límites. Como tampoco parece tenerlos LeBron: líder de las Finales en puntos, rebotes, asistencias, robos y tapones (si quieren, también en pérdidas). Nunca antes se había visto semejante dominio en la serie por el anillo. Y van 70… Broche de oro para el cierre de campaña de ‘El Rey’. El equipo de los récords fue el culpable de los episodios de paranoia que sufrió en los meses centrales del curso. Un mal trago que ya es historia.

Decepción, fracaso, batacazo… Son palabras que durante los próximos días veremos asociadas una y otra vez a Golden State. Guste o no, las sociedades modernas (las de Internet y las redes sociales) llevan por bandera la instantaneidad. Apenas se recurre al por qué y al cuándo: a esos pequeños detalles que deciden campeonatos. Hoy manda el ahora. Una inmediatez que nos remite a la derrota de los Warriors en el séptimo partido. El mismo equipo que hace dos meses copaba la sección de deportes de los informativos de medio mundo y acaparaba elogios grandilocuentes, este lunes se va de vacaciones con la amarga sensación de no haber cumplido el objetivo. Tras el triunfo en el cuarto asalto, pasó a contar con hasta tres oportunidades para enganchar y repetir título. Todas las precedentes estaban de su parte. Desde que Steve Kerr tomó las riendas de la franquicia (verano de 2014) jamás habían perdido tres encuentros seguidos… hasta hoy. El anillo se les ha escapado. Y sin él, el 73-9 vale menos.

¿Es esto realmente así? Habrá quien así lo entienda. Expondrán que son estos momentos donde los mejores ponen toda la carne sobre el asador para salir airosos. Esgrimirán que Jordan jamás perdió una final. El mismo argumento con el que, curiosamente, se ha martirizado durante años a su ahora verdugo. Ese LeBron al que de repente se le empieza a ver como uno de los mejores jugadores de siempre (hay quien ya le coloca la etiqueta de GOAT: greatest of all-time, mejor jugador de la historia). Un debate en torno al cual daremos una y mil vueltas a lo largo del verano. ¿Pero habría existido tal discusión de ser el alero el perdedor esta madrugada? Volvemos a lo de siempre: esa delgada línea roja entre el éxito y el fracaso. Regresemos a la cuestión inicial  de este parrafo. Habrá quien, pese al (tremendo) varapalo, saque pecho y argumente que estos Warriors son parte de la historia en mayúsculas de la NBA hasta que no se demuestre lo contrario. Que haber superado el 72-10 de aquellos Bulls del último lustro de los 90, les otorga semejante privilegio sin entrar en juego el resto. Un razonamiento tan legítimo (y válido) como el anterior.

Visto el panorama, lo único seguro es que en Oakland ha llegado el momento de mostrarse autocríticos y plantearse una serie de preguntas incómodas: ¿Les ha restado frescura física y mental en el tramo final del curso no haber levantado el pie del acelerador en los últimos meses de la Regular Season? ¿Ha pecado Curry de cierta soberbia en los últimos partidos? ¿Por qué tanto él como Klay Thompson no han dado un paso al frente cuando más lo requería la situación y su equipo? ¿Ha sido la rotación de Steve Kerr la acertada? ¿Merece la pena echar el resto para renovar a Harrison Barnes y Festus Ezeli? Dudas razonables tras un doloroso final de curso. Pero, de haber convertido Curry ese último triple (cuestión de centímetros en la que la defensa de Kevin Love tuvo algo que ver) y, poco antes Iguodala haber evitado el tapón de LeBron (cuestión de centésimas), nuestra percepción sobre Golden State sería otra bien distinta. Pese a su formidable rendimiento, los palos le estarían lloviendo a LeBron hasta en el carné de identidad. Estaríamos rendidos ante Curry y cía, preguntándonos qué equipo es mejor: si estos Warriors o aquellos Bulls. Otra vez la maldita línea roja en escena. Aunque no ha sido así, y para colmo, Golden State se ha quedo sin back to back por culpa de un triple (concluyen siendo víctimas de su mejor arma) de Irving que ha significado su novena derrota en los Playoffs. En ocho semanas han acumulado el mismo número de duelos perdidos que en los cuatro meses y medio largos que dura la Liga Regular Un guiño cruel del destino a una campaña sobresaliente a la que le faltó la matrícula de honor. Ahora, la paranoia ha cambiado de bando. Qué paradojas tiene la vida.