Richard Jefferson tenía claro que no había mejor momento para decir adiós a la NBA. Con una anillo en el dedo, el alero de 35 años anunció, en el vestuario durante la celebración del campeonato, su retirada del baloncesto. Con él, se van 16 temporadas de la Liga estadounidense, tres Finales y un trofeo Larry O'Brien. "Me retiro. Esta es la mejor forma de irme que puede haber", anunció tras acabar el séptimo partido en Oakland.

El jugador legó este año a Cleveland Cavaliers como uno de esos veteranos con los que LeBron James se siente tan cómodo y fue vital durante la lucha por el título contra Golden State Warriors. La ausencia de Kevin Love durante gran parte (sino toda) de las Finales, permitieron a este veterano lucir galones. No tanto en números (5,7 puntos -51,6% en tiros de campo-, 5,3 rebotes y 1,3 robos por partido), sino por sensaciones, intensidad e inteligencia sobre la cancha. Defendió bien, muy bien, y atacó con sentido. El anillo, además, es la gran recompensa a toda una carrera que vivió dos Finales previas con New Jersey Nets y las dos con derrota. Primero ante el equipo de su ciudad, Los Angeles Lakers, y el segundo contra uno de los mejores equipos del Siglo XXI, San Antonio Spurs. Dice adiós una leyenda. Y de la mejor forma posible. Honra al héroe.