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De los Bad Boys a Ben Wallace: la contracultura de la MoTown

Los Pistons han sido casi siempre el perfecto antihéroe de la NBA: de los años de los Bad Boys al ya legendario ganado en 2004 a los Lakers.

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De los Bad Boys a Ben Wallace: la contracultura de la MoTown
ERIC MILLER REUTERS

Dejaré clara una cosa antes de seguir: soy de los Detroit Pistons. Me enamoré de esta liga hace tantos años que la inmensa mayoría de vosotros, lectores, no habíais nacido. Y lo hice por los Bad Boys. Esas cosas no se te van de la piel, así que leed lo siguiente con ciertas reservas.

Los Pistons son uno de los grandes emblemas contraculturales de la NBA. No existe tal concepto, ya lo sé, pero su oposición a Los Angeles Lakers, Boston Celtics, sus bofetadas a los Bulls de Michael Jordan, como comprenderéis, les sitúan en una esfera imposible de confrontación con los mayores héroes que esta liga ha creado. Han sido siempre lo malos. Por si fuera poco, en su segunda era gloriosa, la del tercer anillo en 2004, pasaron por la piedra a Kobe, Shaq, los Lakers, Malone, Payton…

Han estado siempre fuera de la ley, y así ha de ser. Alguien tiene que ser el villano. En algún lado hay que poder elevar a las alturas la fealdad de Ben Wallace, un pivot que no llegaba a dos metros, que no sabía tirar, que no tenía capacidad para meter canastas ni debajo del aro. ¿Qué mejor sitio que la industriosa, deprimida, quebrada, gris, fea y criminal Detroit? No todos pueden vivir bajo los focos de los platós de cine o televisión, no todos pueden alternar con las estrellas con gafas de sol. En los Pistons no sólo no lo hacen, sino que no se les pasa por la cabeza hacerlo. Que la defensa, el trabajo duro y, sí, las hostias se encarguen de dilucidar en la cancha quién es quién. Así nació la leyenda de los Bad Boys y así se ha perpetuado en una franquicia cuya seña de identidad será, siempre, que sólo se necesitan dos aros y cinco tipos sin escrúpulos para ganar a cualquiera: a Magic, a Bird, a Jordan, a Kobe y al Altísimo, si se diese el caso.

El propietario: Tom Gores

Tom Gores, cuya fortuna personal se estima que ronda los 4.000 millones de dólares, compró los Pistons en el año 2011 y ha depositado en Stan Van Gundy toda la gestión deportiva.

El general manager: Stan Van Gundy

Van Gundy complementa su trabajo como entrenador con la jefatura técnica y deportiva de la franquicia. Su trabajo, de momento, roza el sobresaliente. Para llegar a él necesita dar un paso más.

Estrella histórica: Isiah Thomas

Thomas fue la cara de los Bad Boys: duro, peleón, capaz de lo peor… pero también de lo mejor, con un talento descomunal que sirvió como génesis para los bases modernos.

Momento histórico: el anillo de 2004

No vamos a volver a Los Angeles”; los Lakers acababan de ganar un partido increíble en las Finales de 2004, algo que ponía la serie 1-1; los siguientes tres partidos se jugarían en Detroit; los Pistons, alicaídos en el autobús tras el encuentro, vieron como Chauncey Billups subía al mismo, les miraba y comenzaba a gritar: “no vamos a volver a Los Angeles”. No volvieron.