En El Palacio de la Luna, Paul Auster juega con la gratificación de los viajes condenados al fracaso, una idea, una realidad que somete la Conferencia Este de la NBA desde que LeBron James tomó la decisión de llevar su talento a South Beach y luego de vuelta a Cleveland. El Rey ha dominado con puño de hierro ese lado del país desde hace años. Sin contemplación, sin miramientos y sin ningún tipo de compasión. El resto viajaba hasta darse de bruces contra él. Era divertido el recorrido, hermoso en sus detalles, aunque insuficiente. Pero esta temporada el fin puede estar cerca porque hay un jugador que se ha cansado de remar para encallar en la orilla. Ese hombre es Paul George.

"Siempre me he enfrentado a él sabiendo que se suponía que iba a perder aquel partido. Se supone que él es el mejor jugador de la NBA y yo estoy intentando competir contra él. Ahora es diferente. Ahora estoy preparado. Estoy preparado para ti (LeBron)", confiesa el alero (ya sí, no hay duda de ello) en The Vertical. George tiene en sus manos, en sus piernas y en su cabeza lo necesario para encender la mecha de una revolución que corte la cabeza al Rey absolutista. Desde su debut en la Liga en 2010, su evolución ha sido una constante: de 7,8 puntos de media hasta los actuales 23,1. Sus virtudes y su capacidad de liderazgo se han elevado hasta el cielo y su cruel lesión de tibia y peroné ha quedado ya muy atrás.

Ese es hombre que tiene que capitanear a Indiana Pacers que como él, ya no son lo que era. Nada queda de ese equipo que debatía con Miami quién era el más fuerte. Ya no están ni George Hill, ni Lance Stephenson, ni David West, ni Roy Hibbert. De aquel quinteto finalista de Conferencia en dos ocasiones sólo queda Paul George. Ni Frank Vogel está en el banquillo. Pero esos adioses, no han rebajado el nivel de unos Pacers que se han reconstruido con calidad y experiencia.

Es increíble. Se ha pasado de la nada al todo en sólo dos temporadas. Han aterrizado en el Banker Field House jugadores de recorrido que hacen de Indiana candidata a todo en el Este, con Jeff Teague, Thaddeus Young y Al Jefferson como referencias de una nueva época de conquistas. Además, hay que recordar al incombustible Monta Ellis y, sobre todo, al floreciente Myles Turner. El pívot sophomore es de las mejores noticias tanto para el conjunto de Nate McMillan (orden y más orden) como para una NBA que desprecia en los últimos años a los ‘perros grandes’. "Estamos muy infravalorados", señala desafiante el '13'. La cancha quitará o dará razones.