A Popovich se la haces una vez. Pero no dos. Los San Antonio Spurs viajaron a Salt Lake City para medirse de nuevo a los mismos Utah Jazz que les habían arrebatado la imbatibilidad solo tres noches antes en su propia casa. Y esta vez no fallaron.

Con un Kawhi Leonard que sigue paseando su mejor versión por los parqués de la Liga (29 puntos, 11 rebotes, 4 asistencias, 10/10 en libres y solo una pérdida), una versión que le situaría sin duda entre los grandes favoritos para el MVP, los Spurs se tomaron la revancha en una de las canchas más complicadas de la NBA y ante unos Jazz que venían de saldar un back-to-back texano con dos victorias (en San Antonio y contra Dallas). "Kawhi ha estado muy bien", resumió Quin Snyder, técnico de los Jazz, tras el partido.

Tras un 10-2 inicial de los locales y un tiempo muerto rápido de Popovich, los Spurs se pusieron el mono de trabajo y, con un 29-7 de parcial, dieron un golpe que terminó siendo definitivo. Cierto es que no son ese equipo impenetrable y duro en el que Duncan y Robinson custodiaban la pintura (muy lejos). Ni tampoco se parecen a aquel equipo que maravillaba con su movimiento de balón en las Finales de 2013 y 2014. Pero siguen siendo los Spurs, los Spurs de Popovich, y si hay una cosa que saben hacer es ganar.

El técnico juega con las formas dependiendo de tiempo y talento, evoluciona con su plantilla. Y en estos momentos cabalga sobre su gran caballo de guerra, que no es otro que Kawhi Leonard. El alero se ha convertido ya en una pesadilla para cualquier defensa, y eso permite a los Spurs encontrar espacios y tiros liberados para que sumen casi sin pestañear jugadores de gatillo fácil como LaMarcus Aldridge o Patty Mills (sustituto de Parker -rodilla- en el quinteto). Siempre los mismos Spurs, pero a la vez siempre diferentes.

Pau Gasol, que se encontró de nuevo en la pintura con el francés Rudy Gobert (viejo conocido ya para la afición española), solo lanzó nueve veces a canasta, acumulando ocho puntos, seis rebotes, dos asistencias y dos tapones en los 23 minutos que estuvo en cancha.

Otro día en la oficina. Tanto para él como para unos Spurs que siguen amueblando ese ático de grandes ventanales situado en la cima de la Conferencia Oeste. Ese que tantas veces ha llevado su nombre.