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UNICAJA 85 - BILBAO 64

El Unicaja prolonga la caída a los infiernos del Bilbao

Un 16-0 bastó al equipo costasoleño, que pinchó al RETAbet donde más le duele: las pérdidas, la intensidad y el rebote ofensivo. El físico estuvo del lado local

MálagaActualizado a
El Unicaja prolonga la caída a los infiernos del Bilbao
ACB

El Unicaja montó un festival en el Carpena ante el Bilbao, se dio un baño de autoestima en tiempos en los que aún transmitía ciertas dudas, de cara a la Copa. El RETAbet ya no es ni la sombra de aquel equipo imperial que marcó el mejor inicio ACB de su historia: cuatro triunfos como soles con una potencia de fuego, con Bamforth al frente, descomunal y un ramillete de jóvenes revoltosos con ganas de hacerse un nombre en la élite del baloncesto nacional. Quizá todos, equipo y entorno, se pensaron que aquello iba a ser más fácil de que lo que la tozuda realidad ha querido demostrar. Aguanta malamente los primeros asaltos, pero en el tramo final cae desplomado. Y desplumado. Si le gripan la moto en la que se mueve por la cancha, no tiene más recursos y dispone de cincos valiosos, pero parece sencillo cerrar el suministro de balones sobre ellos o atosigarles con ayudas cuando el balón entra ahí. Desorganizado. Lafayette, Fogg (los bases rivales siguen abusando del cuadro de Miribilla) y Suárez son mucho físico para gente aún tierna como la que en muchos momentos llevó el peso de las operaciones.

Un 16-0 en el tercer cuarto, desde el sofá, puso la proa al partido por parte costasoleña. En un partido caótico en varias fases, las 17 pérdidas del Bilbao (que permitieron 22 puntos locales) y la intensidad que empleó el Unicaja según avanzaban los minutos, dejaron el debate en un sólo color: el verde. Desde que ganaron al Barça e iniciaron la travesía continental, el 19 de octubre, los vizcaínos llevan un ruinoso 1-6, en varias ocasiones con desventajas que se ensanchan sin límite. Estabilizar un quinteto y parar la hemorragia del rebote ofensivo (esta vez consintió 19) también parece una misión para audaces. El Unicaja también sufrió intermitentemente desconexiones, precipitaciones en el tiro y endeblez defensiva, nada que ver con el de enfrente eso sí, lo que aprovechó Mumbrú para sostener a su equipo. 

Duran cambió la estrategia. Puso a los dos cincos en liza más Mumbrú para soportar mejor las embestidas físicas bajo el aro de los malagueños y premió el esfuerzo de Sergio Llorente, que llevó el peso del juego muchísimo tiempo. Mendia sigue comiendo el terreno a Nikolic y Lapornik tuvo mucho más carrete. El cuarto base, el que está sin ficha si todo va normal, como solución desesperada, señal de que la cosa no anda muy ordenada. Salgado no jugó ni un segundo. Los primeros cuartos se sustanciaron con triple va triple viene, aprovechando la defensa laxa sobre el perímetro. Cuatro seguidos, (dos de Waczynski y otro par de Smith) lanzaron a un 18-10 en el minutos seis. Un 0/6 acumuló el RETAbet, que parecía aún bajo efectos de la paliza del Khimki. Empezó a explorar la labor interior de la mano de Buva, de espaldas en el uno contra uno, pero no encadenó cinco minutos aplicado al juego. Musli pudo jugar tras superar una gastroenteritis. Con diez puntos de distancia (22-12), Duran alteró la composición de su quinteto por completo con respecto al del salto inicial, metiendo piernas, como ante el Khimki, con Llorente-Mendia y los meritorios echaron el sudor que no se veía en otros.

El 43-48 hacia caminar hacia un conato de igualdad pero entonces llegó el 16-0 y el pico de intensidad defensiva verde. Suárez, brillante en la fontanería, se produjo un esguince y Smith vio técnica, aunque el marcador navegada por un 69-55. Todo fue coser y cantar desde el minuto 25. Fogg se hinchó a tirar sin una mano delante. El Bilbao no anotó en el período decisivo hasta el minuto siete.