James Harden está haciendo una temporada ridículamente espectacular. Hay que empezar por ahí. El ahora base de los Houston Rockets cuajó otro partido soberbio en la noche del sábado para poner la octava victoria en el casillero de su equipo (8-5, 4-1 en casa) y sumando, de paso, una derrota al de unos Utah Jazz que ya han perdido tres seguidos (7-7) y que siguen luchando para sobreponerse a las bajas (en este caso, como en el encuentro ante los Bulls, sin Derrick Favors y todavía, siete partido después, sin George Hill). Siempre les pasa algo, y es una pena: su rotación completa sería una de las mejores de toda la liga.

Volvamos a Harden. 31 puntos, 10 asistencias y cero pérdidas (en las últimas tres temporadas, solo había conseguido terminar un partido sin pérdidas en dos ocasiones). Cero pérdidas para un tipo que tiene el balón en sus manos todo el partido y que, como todo el mundo sabe, si peca de algo es de arriesgar demasiado. Además de sumar sin parar para él y para su equipo y de cerrar el partido (estaba ya cerrado en realidad) con un triple frontal en el que su defensor (Dante Exum) acabó a tres metros de distancia tras un crossover, La Barba consiguió mover todos los hilos sin fallar una sola vez. Consiguió empujar el tempo inmóvil que siempre buscan los Jazz y arrancar un nuevo triunfo sin tropezar en ningún movimiento, en ningún pase. Y lo hizo sin dejar de lado su idilio con el doble-doble: van 10 esta temporada en 13 partidos, tantos como Hassan Whiteside, para liderar la NBA. Sí, en su primer año como 'uno'. Ridículamente espectacular.