Kareem Abdul-Jabbar, Bill Russell, Wilt Chamberlain, Moses Malone, Hakeem Olajuwon, Shaquille O'Neal, Tim Duncan... La posición de pívot ha dominado la historia de la NBA tanto o más que cualquier otra. Todos diferentes, claro. Una evolución que ha tenido algunos años valle en los que la Liga se ha convertido en el coto privado de caza de los bases, con la excepción de algún alero superdotado capaz de atacar y defender las cinco posiciones. Sí, hablo de LeBron James.

Si nos damos la vuelta para repasar los últimos 10 años, vemos que los pívots fueron importantes en los primeros campeonatos, pero siempre como escuderos de las verdaderas estrellas. Wade no hubiera ganado aquel anillo sin Shaq, ni Parker en su mejor año sin la ayuda del eterno Duncan, ni Kobe Bryant sin que los Lakers realizaran el traspaso de Pau Gasol. Sin embargo, han perdido aún más protagonismo desde entonces hasta quedar incluso fuera de los parqués en los momentos en los que se deciden los anillos. De Tyson Chandler y el anillo de Nowitzki y Carlisle pasamos a un big three que ya tiraba de small ball en Miami. Y más tarde a unos Spurs que pierden unas finales con pequeños por no cerrar el rebote (el triple de Ray Allen, ¡sin Duncan!) y a unos Warriors que disfrutaban con un 'quinteto de la muerte' en el que Draymond Green (2,01) actuaba/actúa como ancla.

No sé si alguna vez en la historia de la Liga se había atravesado un tramo en el que el 'cinco' perdiera tanta importancia durante tanto tiempo. Pero sí se que siempre, por unas o por otras, vuelve. Y esta vez no iba a ser diferente.

Cierto es que aún parecen lejos los años en los que los 'pequeños' no sean el centro de todo. Curry, LeBron, Durant (un pequeño en un cuerpo muy, muy largo) Harden, Westbrook, Lillard, Chris Paul, Irving... Hay cuerda para rato. Pero pocas veces en la historia de la competición hemos visto nacer de manera tan natural y tan excitante una hornada de talentos superiores diferentes a todo lo anterior. Y nunca, nunca, habían sido siete pies con el mismo rango de tiro que los mejores aleros. La evolución del juego ha influido en veteranos como Marc Gasol o DeMarcus Cousins, pasando por la malísima intención de un Anthony Davis que con el triple dominaría el mundo, para acabar en los tres primeros ejemplares de una nueva especie: Karl-Anthony Towns, Kristaps Porzingis y Joel Embiid. El pívot 2.0 que amenaza con recuperar el control de la NBA.

Hace más de 10 años que ningún pívot es MVP, más de 10 años que ninguno es máximo anotador...

"Es un año importante para nosotros. Tenemos que empezar a tomar el control y dar ese siguiente paso", le dijo el pívot letón de los Knicks a su compañero de generación que vive en Minneapolis en un mensaje de texto antes de que arrancara la temporada. Son amigos, según cuenta el unicornio en ESPN. Lo son desde que compartieron ceremonia de draft. Dos jugadores realmente especiales a los que se les une un tercero con más años en la Liga y menos minutos sobre el parqué. Son los tres exponentes de una nueva generación de siete pies que asusta a los 20 años y a siete metros de la canasta.

Hablemos de estadísticas. La temporada pasada, Porzingis y Towns se convirtieron en los primeros novatos de siete pies en más de 30 años que anotaban cinco o más triples además de colocar 100 tapones. Digo cinco porque es el número de triples que lograron en total los otros 22 siete pies que consiguieron llegar a los 100 tapones, pero podría decir cualquier número porque Towns acertó 30 veces y KP 81. Lo dicho: juegan a otra cosa.

A los dos freaks (en el mejor sentido de la palabra) del draft de 2015 se les ha unido Joel Embiid, un paso por detrás de los otros dos en algunas cosas todo por razones evidentes, pero con tanto potencial como el que más: tiene todas las armas. El ex de Kansas, un animal atacando la canasta que combina movimientos de Olajuwon con tapones y triples frontales, sigue sujeto a una restricción estricta de minutos que le impide hacer 25 puntos por partido con solvencia en su primer año en la competición, pero está asustando a todo le mundo con un 50% en triples que resulta sencillamente irreal (15/30 esta temporada).

Porzingis, Towns y Embiid son los únicos jugadores menores de 25 que son capaces de superar el 35% de acierto desde el triple (mínimo 20 intentos) y de colocar más de un tapón por partido. Son el nuevo híbrido entre interior y exterior que te mira desde los siete pies y te mata desde los siete metros. Y son, además, fruto de una tendencia evidente que lleva años en proceso de gestación y que ha explotado con su llegada a la NBA. De hecho, a los tres mencionados se les unen Marc Gasol, Justin Hamilton y Brook Lopez como siete pies que superan el 35% desde el triple en 30 o más intentos en lo que va de temporada. Una lista en la que no entran por centímetros otros claros exponentes de la evolución como DeMarcus Cousins, Serge Ibaka, Mike Muscala, Channing Frye o Joffrey Lauvergne.

Pero lo especial de verdad sobre Towns, Embiid y Porzingis es que combinan la habilidad para lanzar desde sus centímetros con una movilidad que es terreno desconocido para el siete pies. Jugadores capaces de amagar tanto tiro como entrada (incluso repetidas veces) para acabar la jugada con un step back desde seis metros contra el tablero (o cualquier otra cosa). Capaces de poner el balón en el suelo en cualquier parte del parqué sin que lo veamos como error/locura. Capaces de batir mediante el dribling a su par y levantarse en movimiento desde cualquier distancia para anotar. Y de hacerlo hasta la saciedad; de hacerlo para ganar partidos. Son el diamante más preciado de la Liga. El futuro brillante que se codea con las estrellas del presente destinado a dominar la NBA.

- Fuentes de datos: ESPN y Basketball-Reference-