No he empezado a escribir y ya pienso que se me acaban los adjetivos. Los Memphis Grizzlies han ganado cinco partidos consecutivos sin Mike Conley. Han ganado cinco partidos consecutivos sin su base titular, sin un jugador que estaba a nivel All-Star. Cinco partidos consecutivos sin el contrato más alto de la historia de la NBA. Y lo han hecho por varias cosas (un equipo que lucha, que sabe competir...), pero sobre todo lo han hecho porque allí juega un tipo llamado Marc Gasol.

El pívot, que ayer se volvió a superar a sí mismo, está a un nivel desconocido. Su capacidad de liderazgo lleva años siendo santo y seña de los Grizzlies, y su defensa siempre ha estado ahí. Sin embargo, jamás había sido el jugador ofensivo que es en estos momentos. Ayer decide el partido como los grandes anotadores: tomando el control. A los 25 tantos con los que llegaba al último cuarto, añadió 11 decisivos en los últimos 6:30 de juego, una racha que arrancó con su equipo 11 abajo y que acabó con nueve consecutivos sin fallo que acercaron a su equipo a solo dos puntos a dos minutos del final. Sí, hablamos de Marc Gasol. Y sí, hablamos del mejor 'cinco' y de uno de los mejores jugadores del momento en la NBA.

Cuatro de seis en triples (el último, decisivo), su nuevo arma, y un buen puñado de emociones que explotaron cuando Tony Douglas, jornalero profesional que firmó esta misma semana con el equipo, anotó dos tiros libres a 0,5 segundos del final para sellar el triunfo de los locales (27-17 en los últimos 12 minutos, también clave un triple de Troy Daniels). "Ojalá pudiera decírtelo (el secreto de tanta remontada). Simplemente, seguimos luchando", aseguró el español cuando le preguntaron los periodistas tras el choque (vía ESPN).

Hace seis partidos que la lesión de Conley golpeó a los Grizzlies. Desde entonces, una primera derrota para engañar y cinco triunfos de valor incalculable. Hay que ser de estos Grizzlies. Hay que ser de Marc Gasol.