DARUSSAFAKA 81 - REAL MADRID 68

Apagón general del Madrid ante el Darussafaka de David Blatt

Sin Llull ni Randolph, el Real firmó el peor partido del curso. Anotó solo tres puntos (un triple) en 12 minutos, incluido un parcial de 17-0. Wanamaker hizo 27; 22 en la segunda parte.
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Al Madrid se le apagó la luz en Estambul sin Sergio Llull y sin Anthony Randolph, piezas vitales para Laso. Y también sin Thompkins. David Blatt y su Darussafaka Dogus dejaron a ciegas a los blancos, que solo tuvieron un asidero donde echar la mano: el rebote de ataque (15 a 8). Les duró cuarto y medio.

Desde entonces el desplome fue de una regularidad abrumadora. Sin dirección, mal Doncic ahí (tampoco Draper acudió al rescate cuando aún había pulso). Y sin acierto, en un carrusel infinito de triples fallados (2 de 13 al descanso, 6 de 26 al final). Los blancos solo sumaron tres puntos, un triple de Doncic, en 12 minutos. Ni un mísero tiro libre, ni una triste canasta; pero once pérdidas en tres cuartos. Incluyan ahí un parcial de 17-0.

Se pasó de un 19-29, tras el dominio de Reyes y Ayón en la zona, a un 52-39 ya con Bradley Wanamaker crecido: 27 tantos, 22 en la segunda parte y 16 en el último cuarto. Pueden hacer si quieren la broma con su apellido, porque hizo lo que le dio la gana. Estambul, sede de la próxima Final Four, se le atraganta al Real. Primero fue la pista del Fenerbahçe, ahora el Volkswagen Arena del nuevo rico Darussafaka y... el próximo 29 toca el Abdi Ipekçi del Efes. Todo en diciembre, de carrerilla.

Los de Blatt llevaban cuatro derrotas seguidas, pero “solo un mal partido”, en boca del técnico. Este jueves tenían velada grande, en una fase de pleno crecimiento como club y como equipo, y la aprovecharon. Fueron ajustando su defensa, especialidad de la casa, hasta ahogar al rival en el perímetro y tapar parte de la vía de agua en el rebote. Aunque en una balanza el mérito local cedería con facilidad ante el peso del desdoro visitante.

Cayó el Madrid goleado, carente de referentes en el juego exterior. Rudy intentó dar un paso al frente, ejercer de líder. No pudo. Carroll arrancó torcido desde el principio y Doncic se abrazó a acciones de todo o nada: asistencias mágicas (6) o pérdidas (4), muchos pases en el aire directos al rival. Los fenómenos también pagan peaje de crecimiento. Draper le dio un buen primer relevo, pero luego, cuando el corazón de una hipotética remontada aún latía, estuvo al nivel del grupo.

A Wanamaker se le añadieron Clyburn y Moerman. Buenos anotadores. El Darussafaka rompió por talento ofensivo. Y defensa, claro. Más acierto (50% en triples) que pases (12). En el Madrid, al contrario, la mayoría de sus canastas llegaron tras asistencia, sobre todo a los pívots ante el desatino exterior: 21 asistencias para 24 canastas (18 de dos), difícil de ver. Tanto como que en el último cuarto los de Laso carezcan de opciones. Y no las tuvieron. Rudy echó agua a la jarra de la ilusión (54-46) y Wanamaker la derramó al instante (79-57). David Blatt vuelve a cruzarse en el camino del Madrid.