OBRADOIRO 77 - RETABET BILBAO 83

El Bilbao mantiene la esperanza de Copa con un trabajo coral

El Obradoiro se desconectó cuando Pustovyi, que estaba siendo el rey de la zona, hizo la segunda falta. El RETAbet exhibió un equipo más largo y mató con triples.

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El Bilbao sigue en la pelea. Ya no está en Europa, pero no le sienta mal tener menos actividad. Rompió tres partidos de sequía. A la vista del calendario (Betis, Granca y Baskonia), se hacía imprescindible ganar en Santiago y cumplió. Salvo el empate de Pozas a 33 a falta de 3:20 para el descanso, no hubo más que un color en el Multiusos Fontes do Sar: el negro. A base de triples y una mayor rotación, sobre todo en el puesto de uno, el RETAbet sometió a un equipo al que le cuesta mucho cobrar puntos en la cesta ajena.

En la tierra media, lejos de aquellos que tienen la Copa ya de serie, se estilan partidos como éste, donde la púrpura no aparece y se trata de engordar la cuenta de victorias a cualquier precio. Para el Bilbao era una cita crucial de cara a seguir esperanzado con la Copa del Rey y para el Obra, un día más en la oficina de pasaportes hacia la tranquilidad. Pero anda corto de personal Moncho Fernández, con bajas de peso (Allen se enfrió y andaba con vómitos) y un equipo débil en el perímetro. Sus ráfagas ya no son tan dañinas, es más, le ahogó una del rival en el tercer cuarto. (2-10) y por dentro Pustovyi no lo puede hacer todo. El técnico gallego lo sentó cuando hizo la segunda, a falta de 58 segundos para acabar, en medio de la escabechina que estaba realizando (en el 15-18 13 puntos eran de él), y cortó el grifo a su equipo.

Mumbrú y Hervelle comparecieron mermados por una fuerte gastroenteritis. Y Nikolic tiene para seis semanas. Pero aún así, el Bilbao es un equipo más largo y peligroso que el actual Río Natura. Moncho torció el gesto ante una mala puesta en escena; intercaló alguna defensa zonal (se la supieron atacar de inicio), tiró cuando pudo dos contra unos al base rival y enarboló trampitas en busca de marcar el ritmo. Pero cuando no le salía Mumbrú, tiraba del carro Lapornik y si no, percutía Todorovic. El frente vasco se apostó en la línea de triple para abatir a los santiagueses. Frente a Pozas, casi el único en el timón obradorista, Duran sacó a pasear a sus tres bases. Y aunque el juego del Bilbao sigue sin entregarse en cuerpo y alma a Tabu, la suma de este con Borg y Salgado, con minutos de calidad e inteligencia cerca del descanso, era mucho para la ecuación local.

El equipo bilbaíno llevaba diez triples entre tiempos. Luego enroscó otros cinco y eso le dio motor en la defensa. Hasta ahí el que el rebote ofensivo ponía al Obra en la pista de mantener la incertidumbre (además, hizo 24 puntos tras pérdida). Era ir calentando la muñeca para lo que vino en el tercer cuarto, aunque aquí quizá se metió demasiado en la piel de intercambiar canastas y sólo jugó a meter más. Ahí dijo basta. Desde el 43-47 se pasó al 45-57 en un pestañeo, con dos tiros libres de Hervelle, una canasta de éste a media distancia y dos triples, de Tabu y Todorovic, para el despegue visitante. Luego se pasó al 54-66 y, con técnica por flopping a Llovet por medio, un 56 71. Bamforth estaba tímido pero entró con el viento a favor y casi acabó con la remota esperanza gallega. Aunque al Obra hay que matarlo tres veces para que deje de colear y se puso a 74-79 a falta de un minuto para acabar. La solidez vasca fue un hecho y aunque otro momento zonal de Fernández confundió y el Bilbao se entretuvo botando en exceso, hubo poco debate. Duran no lanzó las campanas al vuelo pero sí dejó claro: “Hemos vuelto a ser lo que éramos al principio”.