Stephen Curry está firmando una notable temporada, aunque sin llegar al nivel con el que nos malacostumbró a todos en la anterior y que le sirvió para convertirse en el único MVP unánime de la NBA. El base viene de conseguir la nominación como mejor jugador de la última semana tras, eso sí, completar un flojo mes de diciembre. Un ‘mal momento’ que, unido a que este curso acabó con su racha histórica de al menos un triple convertido por un partido (157) o que su 40,1% de acierto desde más allá del arco sea el peor porcentaje de su carrera, ha hecho que al Jugador Más Valioso de los últimos años le lluevan las críticas. “Sí, he escuchado que este año he dado un bajón o cosas similares para explicar algo que para mí no es un problema. Claro que quiero dar lo mejor que tengo. Sé que esta campaña mis números son peores que el pasado, pero no me preocupa porque este es un año distinto. Cada vez que tiro lo hago con la misma confianza”, explica a Chris Haynes (ESPN).

Que venga de completar un curso extraordinario al frente de unos Warriors que fueron capaces de mejorar el que parecía el inalcanzable 72-10 de los Bulls de Jordan hace que se escudriñe con lupa todo lo que hace. Algo que Curry entiende, aunque no comparta los análisis que hablan de ‘un bajón en su rendimiento’. “Eso es lo que más gracia me hace. Desde el más absoluto respeto, si uno mira las estadísticas firmaría ese bajonazo en mis números cada día de la semana”, prosigue.

El base nacido en Akron está firmando más de cinco puntos por noche menos (sin incluir el último partido ante los Heat a disputar esta madrugada) que en la 2015-16, en la que promedió 30,1 puntos, 5,4 rebotes, 6,7 asistencias y 2,1 robos. En la actual luce un 24,8+4,3+5,8+1,7. Números francamente inferiores, aunque muy similares a los de la 2014-15 (año de su primer MVP): 23,8+4,3+7,7+2. Y aún sin Kevin Durant, con el que ahora tiene que asumir galones en ataque.