VALENCIA 88-GRAN CANARIA 72

Dubljevic destroza al Granca; el Valencia, en semifinales

El montenegrino anotó 22 puntos para 32 de valoración ante un equipo insular que se vio superado en todo momento por el conjunto taronja.
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En formato Copa, o el más concentrado de la Final Four de la Euroliga, el primer partido es siempre un tormento. No es que los jugadores pasen por un potro de tortura, les retuerzan el pescuezo o les estiren las extremidades hasta provocar gritos de rendición. Es que te pilla frío, aún sin haber cogido los mandos de la nave y con pánico a entrar con mal pie. Así que es difícil ver partidos para la posteridad en estos estrenos. Y el Valencia-Granca, tanto como prometía ser el reclamo de los cuartos de final por llevar adherido el pronóstico más incierto, ha resultado el mayor churro hasta el momento de la Copa en el Buesa Arena. Un fraude por culpa de un Herbalife sin alma. Si en la ACB hay una jornada en la que siempre descansa un equipo, el torneo de febrero ha copiado la fórmula, porque el cuadro amarillo se ha tirado 35 minutos en reposo. El campeón de la Supercopa no protestó en toda la tarde, tal vez cuatro minutitos en el último cuarto: dejó que el Valencia se tomase la revancha del año pasado en A Coruña.

No dio tiempo al Herbaliife casi ni para quitarse el chándal y ya le habían empaquetado un 7-0, de la factoría Dubljevic Productions SA, que acompañó con un tapón, empezó a fundir la primera entrega de la segunda jornada. El 12-5 en cinco minutos y medio levantaba acta de una miseria anotadora amarilla, y gracias a tres tiros libres. El Valencia era coral, impecable, aupado en ese tallo llamado Dubljevic que hace de todo y muy bien. El problema es que Casimiro, viendo a un grupo sin nervio, sin nada de nada que colara por una defensa, no modificó el ritmo con alguna variante, sólo con el típico hombre por hombre. Eso sí, cuando salió Kuric, los taronja se concentraron en su defensa y permitieron un gran espacio en el centro, para animar a la penetración, aunque también parecía algo preconcebido: invitar al paseo hasta la canasta para sacar las aspas de molino de Dubljevic y agarrar todos los balones. Los valencianos no hicieron concesiones y mantuvieron el subidón en esa exitosa ola que también les va animando en la Liga. El repertorio de Pedro Martínez es infinito y le puede llevar muy lejos en esta concentración de los ocho mejores de España. Hasta Oriola, que puede parecer la última rotación, es un jugador que entiende el juego y aporta cosas muy interesante.

“Era campo atrás, era campo atrás”, atronaba la platea en plan cachondeo por la miopía de los árbitros del Madrid-Andorra. A falta de emoción a ras de suelo, se dispararon las clásicas chirigotas del recinto multicolor. En A Coruña el Granca pegó dos parciales, entre ellos 0-21, para decantar un partido de locos. Su esperanza era un tsunami similar, pero faltaba soplido. El Valencia estiró el chicle hasta el 57-36, por obra y gracia de Sikma con un triple al iniciar la andadura por el tercer cuarto. Luego, es lógico, el equipo empezó a pensar en las semifinales, bajó pulsaciones, dejó de hacer lo mismo y botaba por un lado y miraba al marcador por otro. Casimiro puso un quinteto más defensivo, liderado por Rabaseda, y se acercó a 64-56 a falta de 7:55, tras una bandeja de Oliver, que tendrá 40 años y seguirá dando lecciones con una chistera y una varita mágica. Hasta ahí sesteó el Valencia, que retomó el hilo argumental y mandó a la lona a los insulares. Malos días para la lírica canaria: los dos se van a casa. El Valencia en cuartos ha sido un trueno. En semis, ya se verá. Y si llega a la final… ahí tiene la madre del cordero.