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Garnett dio el sí a los Warriors: el día que pudo cambiar la NBA

Si Garnett hubiera jugado en la Bahía seguramente Stephen Curry habría acabado en otro equipo. Pero KG acabó siendo campeón en Boston.

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Garnett dio el sí a los Warriors: el día que pudo cambiar la NBA

Los Warriors actuales, el equipo de los Splash Brothers, pasará a la historia como uno de los mejores que jamás hayan pasado por la NBA. Pase lo que pase en el futuro próximo: de eso se encargarán el anillo de 2015, el 73-9 de la temporada pasada, los récords y el MVP unánime de Stephen Curry… pero los Warriors ya eran antes de esta era dorada uno de los grandes clásicos de la NBA, una especie de oda contracultural en la liga: el trasvase de Philadelphia a San Francisco y de ahí a Oakland, el lado duro de la Bahía...

Y equipos tan fantásticos como el que fue campeón en 1975 (Rick Barry, Jamaal Wilkes…), tan divertidos como el del Run TMC (Tim Hardaway, Mitch Richmond, Chris Mullin) y tan carismáticos como el del ‘We Believe’, el que asaltó en primera ronda de los playoffs 2007, y desde el octavo puesto del Oeste, a unos Mavericks imperiales que habían ganado 67 partidos. Los Warriors llegaron a playoffs con 25 victorias menos, sumidos en los ecos revolucionarios del Nellie Ball, el estilo de científico loco de Don Nelson basado en un avispero de jugadores pequeños que volvieron literalmente locos a los Mavs de Nowitzki, un equipo tremendo pero muy convencional: Baron Davis, Monta Ellis, Stephen Jackson, Jason Richardson, Mickael Pietrus, el ahora recuperado Matt Barnes… Fue una de las grandes sorpresas de la historia, articulada en un Oracle Arena absolutamente hirviente: la marea humana del ‘We Believe'.

Aquel equipo se creó casi un plan b cuando los Warriors trataron sin suerte de hacerse con jugadores como Ron Artest. En su lugar acabó llegando, entre otros, Stephen Jackson. Y pudo haber sido la semilla de una verdadera dinastía en la NBA si el plan de Chris Mullin se hubiera cumplido. Y estuvo a punto de hacerlo: Kevin Garnett dio el sí a jugar en la Bahía antes de acabar en Boston Celtics, donde fue campeón en 2008. Mullin, vicepresidente de operaciones por entonces, quería reunir a KG con Baron Davis y Stephen Jackson. Garnett acababa tramo en Minnesota y finalmente recaló en Boston, donde fue campeón y donde llegó anotando todavía unos 20 puntos por noche más allá de su descomunal impacto defensivo. Pero su primera intención fue ir a Oakland.

“Estaba hecho y Garnett había dado el OK”, le recuerda Mullin al periodista Ric Bucher, “Garnett quería jugar con Baron Davis e iba a hacerse una ampliación de contrato tras el traspaso”. Esta operación se iba a realizar en la noche del draft 2007 e iban a estar implicados los Bobcats como tercer equipo. Estos recibirían a Jason Richardson mientras que los Wolves se llevarían su amplia ración de rondas de draft y jugadores jóvenes. Pero fue finalmente Chris Cohan, por entonces dueño de los Warriors, el que se echó atrás a ultimísima hora.

Los Warriors acabaron haciéndose con Brandan Wright, un refuerzo menor desde el pick 8 de los Bobcats, que sí se llevaron a Richadson. El espíritu del ‘We Believe’ entró en declive, el equipo ni siquiera se metió en playoffs la temporada siguiente y Baron Davis acabó en los Clippers. Así que esa operación fantasma, que estuvo literalmente cerrada pero se fue al traste por la indecisión de última hora de un propietario, cambió radicalmente el panorama de la NBA en un efecto que se alarga hasta nuestros días: si Garnett hubiera ido a los Warriors no habría jugado en esos Celtics campeones de Doc Rivers, Paul Pierce y Ray Allen. Y difícilmente los Warriors habrían sido equipo de lotería. Lo fueron en la temporada 2008-09, en la que solo ganaron 29 partidos y se llevaron así… a Stephen Curry (número 7). Así que hasta el equipo campeón de 2015, y el que quiere ser campeón ahora, fue moldeado por ese que acabó en no de Kevin Garnett. Cosas del destino…