Joel Embiid tendrá que pasar finalmente por el quirófano por una fea lesión de rodilla que se ha ido complicando desde que le dejó fuera de las pistas hace casi dos meses y para toda la temporada. La lesión llegó el 20 de enero ante los Blazers aunque el pívot camerunés todavía jugó un partido más una semana después, el día 27 (32 puntos, 7 rebotes y 4 asistencias contra los Rockets). De primeras no fue descartado para toda la temporada, como sucedió después. Y tampoco parecía que tuviera que pasar por el quirófano como ha sido finalmente el caso: ese menisco de la rodilla izquierda está peor de lo previsto. Entramos ya en unos plazos de cuatro o cinco meses de recuperación. En cuanto se alarguen, peligraría ya incluso el inicio de la próxima temporada para Embiid.

Es una situación frustrante para los Sixers, que después de dos temporadas sin verle en pista por fin pudieron disfrutar de un gigante con aspecto de jugador franquicia, incluso de pívot generacional. Apenas disputó 31 partidos, lo que puede dejarle sin ese premio de Rookie del Año que por méritos deportivos sería incuestionable, en los que promedió 20,2 puntos, 7,8 rebotes y 2,5 tapones. Fue una de las sensaciones de la temporada… pero en solo 31 partidos.

A sus 23 años, Embiid solo ha jugado desde el verano de 2013 59 partidos oficiales: 28 con Kansas y estos 31 con los Sixers. En su etapa universitaria cayó antes del torneo universitario por una lesión de espalda y no pudo jugar el March Madness (Kansas cayó en tercera ronda). Justo antes del draft 2015, en el que sin lesiones podría haber sido fácilmente el número 1: cayó al 3) pasó por el quirófano por una fractura en el pie derecho que después se complicó y obligó a una segunda operación que estropeó su segunda temporada NBA. Hasta la tercera no debutó… pero su contrato se fue consumiendo. Ahora le queda la próxima temporada (6,1 millones) y será agente libre restringido (8 millones de qualifying offer) en el verano de 2018.

Así que Embiid ya es elegible este verano para firmar una ampliación de contrato que deje atrás su contrato rookie: el máximo por el que puede firmar (y es lo que exigiría, claro) es de 150 millones por cinco temporadas. Así que se avecina un buen dilema para los Sixers, que pueden atar ya al jugador por el excelente nivel que mostró en los partidos que ha jugado esta temporada… u optar por una política más conservadora a la vista de que se trata de un 2,13 que ya ha tenido problemas en los tres puntos más conflictivos para un jugador de su volumen: pie, espalda y rodilla. Si esperan, pueden ver cómo se maneja como agente libre restringido en el verano de 2018. Habrán tenido un verano más para evaluar su capacidad para mantenerse sano.

Los Sixers harían bien en mantener feliz al que puede ser su gran estrella durante muchos años y a su agente, pero también tienen que evaluar los riesgos. Para lo primero, nada como una ampliación este verano. Para lo segundo, nada como esperar a ver qué sucede la próxima temporada y en el próximo mercado. Veremos.