REAL MADRID | EL ENTRENADOR

Laso, el arquitecto de un Madrid "reconocible y reconocido"

Por increíble que parezca, su nombramiento en 2011 no fue bien recibido. Además de cosechar títulos, los blancos enamoran y enganchan con su estilo.

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Pablo Laso entrenador Real Madrid
FELIPE SEVILLANO DIARIO AS

Tras el fracaso del proyecto Messina, surgió el gran misterio: conocer el nombre del entrenador que tomaría el timón en el enésimo intento por devolver al Real Madrid a la élite. El elegido fue Pablo Laso, uno de esos técnicos de perfil bajo. Sorprendente decisión. El paso de los años ha acabado por revelar que la apuesta por el vitoriano fue más que acertada. Un éxito mayúsculo. Tras el duro varapalo que supuso caer en la prórroga del partido por el título de la Final Four de Milán y en el cuarto partido de la final de la Liga Endesa 2014, el hijo del mítico Pepe Laso vivió un verano complicado en el que llegó a verse (o vérsele) más fuera que dentro. Sus ayudantes por aquel entonces (Hugo López y Jota Cuspinera) no fueron renovados, pero el vitoriano resistió al frente de la siempre exigente nave blanca.

Hay quien le criticaba por su escaso bagaje táctico (un aspecto que ha ido puliendo con los años), pero pocos entienden el juego como él (nadie ha repartido más asistencias que él en en ACB). Su carácter trabajador y filosofía transformaron por completo a un club deprimido y le devolvieron a lo más alto. El que el Real Madrid vuelve a ser un equipo admirado, temido y respetado en Europa se debe, en gran parte, al impagable trabajo de Pablo Laso. Y quien no lo vea así, que eche un vistazo a la historia reciente: nadie en Europa suma más presencias en la Final Four en los últimos seis años. Desde que llegó al Madrid en el verano de 2011, ha disputado cinco y ganado el título en la edición de Madrid en 2015.

Y todo ello lo ha logrado con un estilo de juego que ha vuelto a enamorar a una afición alicaída. La gente vuelve a llenar el Palacio (ahora WiZink Center) y, más importante aún, ha enganchado a los aficionados a este deporte que no son madridistas. La receta es tan sencilla de recitar, como difícil de ejecutar. Un endiablado ritmo, velocidad de pies y manos en defensa para salir al contraataque y un gran acierto exterior para liberar hueco en la zona a su una nómina de pívots de enorme calidad. Baloncesto para conectar a la gente. Puro espectáculo. Algo se le tuvo que quedar de su paso por el high school (insituto) al otro lado del charco. Muchas armas y todas cimentadas en una encomiable intensidad defensiva. Ya se sabe, uno se lo pasa mejor cuando más y mejor defiende.