Los pronósticos son avasalladores. Parece que no hubiera otra opción que el triunfo del Fenerbahçe, el primero en la historia del club, en la de Turquía, que nunca ha ganado la Copa de Europa ni en baloncesto ni en fútbol. Los treinta millones de seguidores del equipo asiático, casi la mitad de la población, aprietan los puños para vivir una noche mágica. Les guía el coleccionista de títulos, Zeljko Obradovic, al que le tienen una fe ciega. Ha dado forma al bloque desde la nada, con dinero, pero más aún con habilidad competitiva. Él ha hecho de Udoh un pívot total, capaz de rozar un triple-doble en la Final Four (18 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias ante el Madrid). Materia prima había, pero el resultado final impresiona.

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El entrenador serbio aspira a su novena Euroliga con cinco equipos diferentes desde que debutara en el Partizán con 31 años, recién retirado como jugador. Ha pasado un cuarto de siglo (1992) de aquel primer éxito, 26 ediciones de una máxima competición en la que ha participado en 22 ocasiones (dos veces jugó la Recopa y la ganó, otra se tomó un descanso (2013) y en 1993 no pudo competir por la guerra en Yugoslavia). 22 ediciones y 16 presencias en la Final Four, números que dejan sin aliento. Puede igualar los nueve trofeos que al Madrid le llevaron seis décadas.

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Para ello su equipo debe batir a otro icono, a Vassilis Spanoulis, que creció a los órdenes de Zeljko pero en 2010 abandonó al maestro y al Panathinaikos, con el que levantó una Euroliga y un MVP, por el Olympiacos. No le ha ido mal de rojo al genio de Larissa. Otras dos Euroligas y cuatro finales en total. Ambos no tienen relación desde entonces y cuando preguntaron a Obradovic por la amenaza de Kill Bill, como se conoce también a Spanoulis, mencionó a Llull: “Intentamos frenarle y nos metió 28 puntos”. Vamos, que un jugador solo no decide, aunque por si acaso Udoh... “En los últimos minutos hay que ‘matar’ a ‘Bill’ (‘kill’ ‘Bill’)”, bromeaba el gigante de origen nigeriano. Un duelo de genios para adornar una batalla entre dos equipos enormes. No hay nadie que defienda mejor que ellos.