REAL MADRID 95 -ANDORRA 84 (2-1)

El Madrid salva el pescuezo con 12 de Llull en el último cuarto

El MoraBanc Andorra igualó a 71 en el minuto 32. El trabajo de Ayón y Reyes en el rebote resultó clave. Mejoró Doncic. Llull apareció al final. El Unicaja, rival en semifinales.
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Como hiciera el UCAM Murcia hace un año, el MoraBanc Andorra llevó al límite al Madrid. Hasta el alambre del tercer duelo e incluso un poco más allá esta vez. A falta de quince minutos estaba ahí de nuevo, echándole el aliento en el cogote al campeón: 56-50. Y poco después, ya en el último cuarto, le había dado caza: 71-71. Atrás quedaba una amplia renta blanca de 13 puntos (46-33).

¿Qué había cambiado? El Madrid, pese a la ventaja, nunca encontró su sitio. No del todo. Trabajaba pero no fluía. Dominaba el rebote, pero padecía frente a Shermadini (21 puntos, los siete primeros del MoraBanc). Se movía a empujones, como si llevara piedras (muchas) en una mochila imaginaria. La presión era suya, y también la acumulación de desafíos en las últimas semanas, una fatiga mental que debilita las piernas y ralentiza la cabeza.

Los de Peñarroya se vinieron arriba cuando enlazaron alguna canasta fácil con sus dos primeros triples seguidos (Albicy y Jelínek embocaron tras errar el equipo seis de sus siete lanzamientos iniciales). El impulso definitivo lo recibieron con una antideportiva pitada a Rudy. Los árbitros se equivocaron, no hubo zancadilla voluntaria, pero su historial le condenó. De inocente a culpable sin serlo: 66-63. Al final del duelo aún pedía explicaciones.

El pescuezo del Real estaba en peligro, más que nunca, y la temporada en el alero. Entonces, con el nivel de oxígeno bajo mínimos, surgió Llull. Dos tiros libres y luego siete puntos más en 60 segundos: triple, entrada y galopada. Doce de sus 19 tantos en el último cuarto. Solo había jugado 9:20 en el primer tiempo. En parte, por la mejoría de Doncic. Los de Laso se serenaron.

Un respiro (80-73) para ver en perspectiva la situación, para rematar el pase a semifinales. La grada aligeró tensión tras acumular manojos de nervios y cantó aquello de “era campo atrás” por lo que pasó en la Copa. Mientras, Peñarroya torcía el gesto. Lógico.

La labor de Felipe Reyes (11 tantos y 7 capturas ofensivas) resultó clave y dio continuidad al buen trabajo de Ayón. El dominio del rebote (43 a 28) alejó el triunfo de las heroicas garras andorranas. El Madrid había salvado el cuello. Ya está en semifinales por novena temporada seguida, en ruta hacia su tercer éxito encadenado, aunque por lo visto en cuartos tendrá que rearmarse. A partir del miércoles, el Unicaja de Plaza, Suárez y Dani Díez, el campeón de la Eurocup.