El Bilbao Basket ha comunicado el acuerdo de desvinculación con el director general, Eduardo Gárate, que emprende una nueva aventura profesional. El club le agradeció su aportación en dos temporadas, las posteriores a la época negra en la que estuvo a un paso de desaparecer. Entró Dominion al rescate, con mando en plaza en cuanto a la gestión, y eligió el currículo de Gárate por su brillantez. "Ha mostrado un profundo compromiso con la entidad, dedicación y calidad humana. Asimismo, el RETAbet Bilbao Basket quiere desearle la mayor de las suertes en su nueva etapa profesional", señaló la entidad.

Gárate escribió una carta de despedida emotiva, en la que alude a que "han sido dos temporadas de intensa actividad y grandes retos que sólo se pueden vivir dentro de un grupo humano como el que conforman los hombres de negro... me quedo con las personas y la convicción de que el alma de este club es su gente". Al principio fue la cabeza visible de un proyecto que, no obstante, sigue teniendo al tesorero, Carlos Del Campo, como hombre fuerte en un consejo que intenta tener más personalidad y ser algo más que un grupo de 'conseguidores'.

"No me he dejado nada en este camino. El esfuerzo personal y familiar ha merecido la pena. Creo que hoy el Bilbao Basket es más fuerte, aunque queda mucha senda por recorrer. Estamos en el momento de consolidar todo el trabajo que hemos realizado hasta ahora para seguir creciendo y poder alcanzar todas las metas deportivas que nos hemos propuesto. Deseo agradecer a jugadores, técnicos, Consejo de Administración y trabajadores del club el trato siempre cercano y su profesionalidad. Cuando te pones el traje MIB es para toda la vida. Por lo tanto, nos seguiremos viendo en las canchas", finaliza el ya exdirector general. Antes que él se fue el presidente Savovic, ahora en una aventura profesional en Londres. El club atraviesa una etapa de transición, con las habituales apreturas económicas. Raúl López está en la dirección deportiva y cuando cuelguen los hábitos Hervelle y Mumbrú podrían pasar a un despacho, si es que el segundo no siente atracción por los banquillos, claro.