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WNBA | DRAFT 2024

Pueyo: “Ojalá pueda ser una Silvia Domínguez o una Alba Torrens”

La base mallorquina Helena Pueyo, elegida en el puesto 22 por Connecticut Sun, se ha convertido en la 12ª española drafteada en la WNBA.

Actualizado a
Helena Pueyo toca el tambor de las Arizona Wildcats tras una victoria del equipo.
Icon SportswireIcon Sportswire via Getty Images

La noche del pasado lunes, la del draft que marcará un antes y un después para la WNBA por la elección con el número 1 de ese fenómeno de masas llamado Caitlin Clark, tuvo toque español. En el puesto 22, el décimo de la segunda ronda, fue seleccionada Helena Pueyo, base mallorquina de 23 años y 1,83 que acaba de completar un ciclo de cinco años (2019-24) con las Wildcats de Arizona, uno de los gigantes del sacrosanto baloncesto universitario estadounidense.

Pueyo, elegida por Connecticut Sun, se convirtió en la duodécima española drafteada por la WNBA, el camino que abrió Amaya Valdemoro en 1998. Su deseo, algo que no es fácil en una liga con solo 12 franquicias y 144 plazas en las plantillas, es hacerse un hueco ya, para la temporada 2024. Horas después de escuchar su nombre vinculado a la mejor liga profesional del mundo, atendió a AS en una charla en la que repasó su etapa en Arizona, analizó el fenómeno Caitlin Clark y definió sus objetivos para el futuro. A nivel de clubes y, por supuesto, con una Selección española en la que aspira a convertirse en una fija. Desde luego, va por el mejor camino para lograrlo.

Con el número 22 del Draft de 2024, Connecticut Sun elige a Helena Pueyo…

Antes del draft, o eres una de las que van a salir en el top-5 o no sabes dónde te van a elegir. Tenía buenas sensaciones, había hablado con varios equipos y por eso estaba tranquila. Mi predicción era segunda ronda y eso fue, segunda ronda por la mitad. Pensaba que me iban a escoger antes, un equipo que tenía un pick un poco más alto. Pero ya se sabe que esto va cambiando y que puede pasar de todo. Al final, estoy muy contenta. He sido drafteada… y eso mola.

Desde luego que sí. Y por Connecticut Sun, un equipo que lleva siete años seguidos en playoffs y que siempre intenta competir. Jugó, de hecho, las Finales de hace dos años, en 2022.

Yo tenía la mentalidad de que donde fuera, me iba a hacer ilusión. Es una experiencia nueva, que no tenía. Así que estoy emocionada, con ganas de ver que trae este nuevo mundo para mí.

Con la intención, imagino, de estar en el training camp que comienza el 28 de abril para intentar ganarse un hueco en la plantilla.

Sí, mi idea es hacer el training camp con las Sun. En caso de que no me corten, me quedaré aquí toda la temporada. Que es mayo, junio, julio y agosto. Si llegas a la Final, acabas en septiembre. Y, después de eso, volver a España y jugar aquí. Y si me cortan, hay varios equipos más aquí que me han llamado y me han dicho que podrían tener un hueco para mí. Mi objetivo es jugar en la WNBA esta temporada, en el equipo que sea. Y después de eso, volver a España.

Es que en la WNBA, con solo doce equipos y pendientes de una expansión que por fin va camino de añadir dos más, no es fácil ganarse un hueco porque hay menos plazas disponibles que en la NBA, con sus treinta franquicias…

A partir del año que viene van a ir añadiendo dos equipos más, así que va a haber oportunidades para que cojan a más jugadoras. Porque ahora, al final, las únicas que entran seguro en los equipos son las que salen elegidas en primera ronda.

Hablaba de jugar en España y el pasado verano, después de su cuarto año en Arizona, ya tuvo ofertas para regresar y convertirse en profesional.

Sí, estuve hablando con varios clubes y tenía alguna cosa pensada. Pero entonces vi que si seguía aquí podría tener más oportunidades, un rol más importante… Para, al final, tener esta salida del draft. Ese era mi objetivo y he podido cumplirlo, así que estoy muy contenta con la elección que hice.

Y supongo que también lo estará por cómo sale de Arizona, una gran universidad de baloncesto en la que ha dejado huella. Todo el mundo habla maravillas de usted.

Es muy bonito salir así, para mí es un premio. Mi objetivo cuando vine era dejar un impacto aquí, y este último año, el quinto, ha sido el verdaderamente estrella para mí. He podido mostrarme más y he crecido mucho como jugadora. Al final, es el año que me ha dado la oportunidad de estar donde estoy ahora. Yo quería dejar huella. Ahora hay gente que opta por cambiar de universidad, pero a veces eso no es lo mejor. Seguir en el mismo sitio puede ser la mejor opción. La gente se enfada si no es titular o si no juega lo que cree que tiene que jugar. Yo no fui titular hasta este último año. Termino muy contenta con el staff, con las compañeras, con los aficionados… Muy feliz por las puertas que se me han abierto gracias a esta oportunidad.

La Helena Pueyo jugadora es una gran defensora que esta temporada, sobre todo en los últimos meses, se ha destapado como mucho más que eso.

Soy una jugadora, creo, que lee el juego bien, toma buenas decisiones con balón y sin él, con capacidad para defender porque tengo los brazos largos… Me gusta jugar en equipo, y de hecho no he tirado mucho hasta este último año. Lo que he querido siempre es tirar buenos tiros, no veinte y que diez sean malos. Tengo visión, lectura de juego en equipo, pase… Todo eso me ha hecho crecer. Este año, además, he tenido que asumir más responsabilidades y he podido ver que no ha ido mal.

Helena Pueyo, en el centro, junto a sus compañeras en Arizona.
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Helena Pueyo, en el centro, junto a sus compañeras en Arizona.Rebecca NobleAFP

¿Cómo es la llegada de una chica española a una universidad muy importante en el mundo del baloncesto como Arizona?

Al principio es duro. Yo tenía muchas dudas, no sabía si quería irme o no, veía que estaba muy lejos de casa… creo que me costó un año entero adaptarme del todo, al equipo y a todo lo demás.

¿El trato fue bueno desde el principio o le costó ganarse su lugar allí?

Hay gente que tiene más suerte o menos suerte. Yo creo que he tenido mucha suerte de estar donde he estado, por las compañeras que he tenido y las personas que ha habido a mi alrededor. Pero cuesta. Todo es nuevo: el idioma, la comida, echas de menos a tu familia, a tus amigos de España… Pero al final te das cuenta de que vale la pena y de que las cosas pueden salir y se abren puertas. Yo siempre digo que la oportunidad de haber venido aquí a Estados Unidos a jugar es una que muy poca gente tiene, que nunca vas a tener más en tu vida. Puedes ir a España, hacer otras cosas aquí, pero estos años universitarios no los vas a volver a tener. Por eso me quedé, porque es algo que sabía que no iba a poder hacer más. Y ha acabado siendo muy positivo para mí.

Al final, es una cuestión de adaptación.

Sí, siempre te reciben bien, te intentan guiar de la mejor manera. Yo tuve la suerte de que el entrenador asistente habla español, había una chica que es de España y jugaba allí, Lucía Alonso, tuve ayuda extra. Fue más fácil para mí, pero creo que a mí me cuesta poco hacerme a la parte del juego y los entrenamientos, y gracias a eso me costó menos adaptarme. Y al tener una compañera de España, mejor. Ellos siempre van despacio, te van enseñando las cosas poco a poco para que lo pilles mejor. He visto ente de Norteamérica a la que le cuesta más que a las que llegamos de fuera. Depende más de la persona que de dónde eres.

Porque en pista las cosas sí son diferentes, ¿verdad? Más físico, más velocidad…

Sí. Aquí lo que hacen es muchísimo entrenamiento, mucho skill, muchos detalles. Son sesiones de tres horas, la pretemporada dura tres meses… Se trabaja mucho la condición física, se hacen muchas pesas, muchas horas. En Europa no se hace así, se centran más en cinco contra cinco y el baloncesto es más rápido, que es como a mí me gusta: defender y correr más. Aquí he llegado a tener preparadas hasta 32 jugadas, acaba siendo más lento. Pero nuestro equipo tiene un sistema más europeo, l entrenadora ha jugado muchos años fuera y el asistente (Salvo Coppa) es de Italia. Es un juego más europeo, y eso hizo que a mí me gustara más. Aquí es más físico, con gente más grande… son dos estilos diferentes, pero los dos me gustan. Hay que adaptarse a todo.

S equipo llegó en 2021 al gran evento universitario, la Final Four del torneo nacional. Perdieron la final por un solo punto, contra Stanford, pero supongo que, desde dentro, es una experiencia inolvidable.

Sí, es tremendo, fue algo espectacular. Aquel año, ni yo ni nadie pensábamos que íbamos a llegar hasta donde llegamos. Fue partido a partido, íbamos avanzando y yo ni me lo creía. Le quitó algo de emoción que ese año se jugó con las medidas de la COVID, casi no había aficionados y no pudimos hacer muchas cosas. Pero es una experiencia, algo muy bonito y que no me imaginaba que iba a tener la oportunidad de vivir.

Helena Pueyo, en un partido de la Final Four de 2022.
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Helena Pueyo, en un partido de la Final Four de 2022.ELSAAFP

Durante sus cinco años en Arizona, ha vivido en primera persona el boom del baloncesto femenino, sobre todo a nivel universitario. Desde, justo cuando usted llegó, la sensación que fue Sabrina Ionescu al boom histórico que ha supuesto Caitlin Clark. Supongo que ese cambio se percibe a todos los niveles, sobre todo en el mediático, en cuanto a medios…

Sí, muchísimo. Recuerdo que en mi primer año, cuando jugábamos contra Sabrina Ionescu, ya pensaba ‘vaya nivel’. Pero este año ha sido el clave, sobre todo con Caitlin Clark, pero también con más jugadoras. El basket femenino se ha empezado a ver más que el masculino, es algo muy bueno para la gente que llega ahora. Para mí, haber jugado contra ese tipo de jugadoras es algo que me llevo, algo único. He aprendido mucho, no pensaba que acabaría enfrentándome a ellas. Pero es una oportunidad que he tenido, y ha sido algo muy positivo.

Sabrina, Paige Bueckers, Clark… una vez que las tiene enfrente en la pista, ¿cómo son?

Increíbles. Me acuerdo que, contra Sabrina, pensabas que no estaba haciendo nada y cuando mirabas las estadísticas llevaba muchos puntos, rebotes, asistencias… estaba haciéndolo todo. Bueckers, ofensivamente, es buenísima, ayuda mucho jugar contra ellas. Y también fuera de la pista, como todo el impacto que está teniendo ahora Caitlin Clark. Toda la gente que ha visto los partidos, todas las niñas pequeñas que se están fijando en ella… es algo muy bueno para el baloncesto, y ella es una jugadora increíble. Cada vez hay más y más gente que ve sus partidos, y eso es muy bueno, claro.

Supongo que en los vestuarios se habla de ello: el partido de una de ellas la noche anterior, los datos de las audiencias televisivas… todo lo que le está sucediendo al baloncesto universitario femenino.

Sí, siempre se comenta algo antes o después de los entrenamientos. Los millones de audiencias que están teniendo los partidos, cómo superan a los del torneo masculino; mira qué triples mete esta jugadora, mira a Clark que los tira desde el logo… Todo el mundo lo ve, así que todo el mundo lo comenta; impacta, quieras o no, y por eso es tan positivo. Hace apenas cuatro años, esto no era así. Con Sabrina ya se hablaba mucho, pero no tanto como ahora. Es muy bueno que una jugadora como Clark haya tenido tanto impacto. Lo importante es que siga así con las que vengan ahora.

Algunas veteranas ya han advertido a Caitlin Clark de que se prepare para la WNBA, que eso no es la universidad y va a necesitar un buen tiempo para adaptarse. Que no lo va a tener fácil. Usted también pretende dar el salto a la Liga profesional ya. ¿Es tan grande el cambio, sobre todo a nivel físico?

Todo el mundo saca el físico siempre que se habla de esto. Y es verdad que hay jugadoras supergrandes, con un físico increíble…. Pero esto es baloncesto, no boxeo (risas). Como todo, lleva su tiempo. Cuando yo llegué aquí, a Arizona, pensaba lo mismo: que todas las jugadoras iban a ser mucho más físicas que yo. Pero es cuestión de adaptarse al juego, ver cuál va a ser tu rol y cómo lo puedes hacer bien. A lo mejor ese rol tuyo no es ser física y coger 45 rebotes. A lo mejor tú eres la que pasa bien, por ejemplo.

Y eso afecta a todas, también a las del nivel de Clark.

Las jugadoras tan buenas como ella tienen que trabajar en aquellos aspectos en los que no son tan buenas. Esa es la clave cuando das el salto a profesional. Ya has enseñado a todo el mundo que puedes tirar triples desde el logo y hacer cosas así, ahora tienes que demostrar que también puedes defender, trabajar en todo lo demás.

Es un nuevo reto.

Eso es lo más emocionante de esto, ver cómo jugadoras que siempre han sido tan, tan buenas pueden ir desarrollando esas otras partes de su juego.

El mensaje que ha dado el baloncesto femenino universitario en estos últimos años es sencillo pero estruendoso: si se invierte y se apuesta, el resultado es directo e incontestable.

Sí. Antes se veían mucho más los partidos de los chicos, y se siguen viendo más en general. Pero tener a estas jugadoras de las que hablábamos, de tanto éxito y tanto impacto, hace que la gente se fije más y, al final, todo el mundo habla de lo que está pasando, hasta los que no sabían nada de ello. Es lo que hay que seguir haciendo: que todo el mundo pueda verlo. Y así en todo, en chicas y también en chicos, claro. Pero las chicas han estado siempre más abajo, así que esto es superpositivo. Ojalá vengan más jugadoras así, que impacten tanto y que esto siga yendo a más.

En Arizona su entrenadora ha sido Adia Barnes, una de las más carismáticas de todo el baloncesto universitario.

Para mí es una entrenadora excelente, tiene más experiencia que nadie. Ha jugado muchos años en Europa, también en la WNBA… Con nosotras, es como una jugadora más. Es la confianza que te transmite, cómo puedes hablar con ella de lo que quieras, sea de baloncesto o de otras cosas, y saber que siempre te va a ayudar. Tiene una pasión inmensa por el juego y por sus jugadoras, y ese era el motor que hacía que todas fuéramos siempre a más. Es muy bueno contar con una persona así. Conmigo ha sido muy especial, he estado aquí cinco años y siempre me ha dicho que iba a hacer cosas grandes. Esa oportunidad que me ha dado es algo por lo que siempre le voy a estar agradecida. Es fiel, confía, ayuda y enseña.

Helena Pueyo, junto a Nerea Hermosa, Alba Torrens y Maite Cazorla, en un entrenamiento de la Selección femenina.
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Helena Pueyo, junto a Nerea Hermosa, Alba Torrens y Maite Cazorla, en un entrenamiento de la Selección femenina.Alberto Nevado / FEB

En su futuro también está la Selección, claro. Ya ha hecho cosas bonitas en las categorías de formación, y el verano pasado ya estuvo en el arranque de la concentración de la absoluta para el Eurobasket.

Para mí el gran sueño es estar en unos Juegos, en estos todavía no sé… pero estoy muy contenta por haber estado el año pasado con el grupo. Me sentí bien, cómoda, hablé con Miguel (Méndez, el seleccionador) y fue todo muy positivo. España tiene un talento inmenso: jugadoras jóvenes, leyendas que llevan muchos años… es complicado hacerse un hueco. Ojalá, mientras siga este camino y si hay suerte, pueda ser como una Silvia Domínguez o una Alba Torrens. Pero poco a poco. Creo que estoy yendo por el buen camino y las cosas que me dicen son muy positivas. Voy a intentar trabajar mucho, hacer todo lo que pueda y demostrar que puedo estar ahí.

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