Con Gasol no basta

Atenas 2004 | España 94 - EE UU 102

Con Gasol no basta

Con Gasol no basta

Estados Unidos hizo su mejor partido y hundió al equipo español

Lloran los ojos brillantes de Pau Gasol, un joven y un valiente, sobre los periodistas españoles y americanos, en la sala de prensa del OAKA. Un día de 1990, en el Palace de Auburn Hills, una jungla cercana a Detroit, yo vi llorar igual de amargamente en el autocar de los Chicago Bulls a un joven, un valiente, al que los Detroit Pistons le acababan de vetar, un año más, la final de la NBA.

Aquel día de junio de 1990, entre el llanto y las tormentas de Detroit, Michael Jordan, el príncipe valiente que lloraba en el autobús, se prometió a sí mismo volver a Detroit para recuperar el corazón y el orgullo que le arrancaban los Pistons. Y un año después, en 1991, Jordan volvió a Detroit. Y tras arrasar en el mismo Palace a los Pistons de Isiah y Laimbeer, pasó por Los Angeles, cerró el ciclo de los Lakers de Magic Johnson y ganó su primer título de la NBA.

Revancha. Espero volver en Pekín, porque España y este equipo no se merecían este final, musitaba Gasol tan entrecortadamente como Jordan en Detroit. Entrecortadamente, pero ante el respeto descomunal de la mejor prensa de la NBA y de la mejor prensa española. Allí estaban los reporteros estrella de Memphis, del Washington Post, USA Today, Sacramento Bee y Los Angeles Times. Los que siguen de costa a costa a Pau, Kobe, Shaquille, Webber y Duncan. Los que, cuando hablaban de Gasol, se santiguaban: Ha tenido un partido sensacional, monstruoso. Jesús Mío, qué jugador.

Un partido para la historia no es suficiente para reescribir esa misma historia: para que España fuera el primer equipo que eliminara a Estados Unidos de unos Juegos Olímpicos antes de la final, esta España de Gasol tenía que haber jugado un partido casi perfecto. Ser algo más que Gasol. No lo fue. España no sorprendió a Estados Unidos y se dejó sorprender. España fue a remolque en lugar de ganar la iniciativa.

España usó zonas a granel: lo que EE UU sabía y había preparado en la esperanza de que algún día le entrara el tiro: como ayer. Cuando España pudo haber volado hacia el cielo, colgada de los brazos de Gasol, sólo corrió sin cabeza ante un bando de maravillosos atletas que se defendían con los pies en el abismo y con miedo a la extinción, al ridículo y a perder ese mismo aplauso que ayer América dedicó a Gasol. A campo abierto y con menos juego de equipo, España no puede abatir los fundamentos físicos y la velocidad de Estados Unidos.

Pulso. Vino un pulso feroz: fuerza mental contra piernas y deseo. Tras cinco puntos iniciales de Duncan, 0-5, España navegó intentando apagar el fuego en cubierta: 16-23, 29-38. Estados Unidos martilleaba desde fuera (anotó cuatro de sus cinco primeros tiros de tres), pero no reducía a Gasol, pese a la zona-cárcel que se hacinaba y colapsaba sobre el pivot de los Grizzlies. Inútilmente: con 18 puntos, Gasol mantuvo a España y un triple astronómico de Rudy Fernández abrió un descanso de incertidumbres: 43-44, EE UU. Gracias a Gasol, España reconocía los pases interiores. Por fuera, la presión de Wade y Marbury sofocaba las líneas de pase hasta borrarlas. En el primer tiempo, Estados Unidos sumó ocho puntos en robos de balón. Y España, 3/10 en triples. A favor, que las faltas de EE UU casi triplicaban las de España: 14-5. Por faltas, Duncan no jugó ni seis minutos antes del descanso.

Tirones. Siguieron los tirones americanos, entre desconcierto y milagros de Gasol: 25 puntos en 30 minutos. Y en la última jugada del tercer cuarto, un triple en frío de Carmelo Anthony, un bisturí, disecó el corazón de los españoles: 67-74. Los cómodos tiradores de Larry Brown, llevaban 10/17 en triples ante las variantes zonales de España.

Y sin milagros: Navarro perdió el control, se calentó con Iverson, olvidó a Gasol y se fue al terreno callejero, playground, propiedad del base-hooligan de los Sixers. En el caos de conceptos, con los árbitros enloquecidos, Iverson y el mejor Marbury apuntillaron: 73-78, 78-85. Gasol se desangraba, pero resistía como un espartano en las Termópilas o como Jordan en Detroit. Brown provocó a Pesquera: tiempo muerto con 86-95. Ganó la NBA, como ganaban los Pistons a Jordan en 1990. Pero después le tocó a Jordan. Y en Pekín debe tocarle a Pau Gasol.

Respaldo y consuelo real

La Familia Real, con Don Juan Carlos al frente, apoyó a la Selección española en las gradas del Pabellón OAKA y acudió luego a vestuarios para consolar a los integrantes del equipo por la derrota, primera que sufre en los Juegos.