España barre el intento de un nuevo 'angolazo'

A cinco minutos del final, el base angoleño Miguel Lutonda, conocido como General, estampaba un triple surrealista, a tablero y en caída libre sobre Calderón, que le hizo falta. Tiro adicional, y 74-70 para España, que había llegado a ir arriba por 39-20 en la primera parte. Allí teníamos la sombra del angolazo, en los resplandecientes colmillos blanquísimos de Jean-Jacques Conceiçao, el verdugo de Díaz-Miguel y su última Selección, en los Juegos de Barcelona'92. Conceiçao es hoy el presidente de la Federación Angoleña. Pero allí estaba, 37 años y metiendo cuatro triples, Antonio Vitor Carvalho, el único sobreviviente en esta selección de aquella Angola de Barcelona...

Sí que había olor a angolazo: en los gritos casi estremecedores de los jugadores y aficionados de Angola, y en los feroces ataques al rebote ofensivo de dos panteras de ébano: Gomes y Mingas. El instinto de las panteras y de sus partidarios era crujir otra vez (¿y para siempre?) a esos arrogantes escorpiones rojos que les miraban desde lo alto de sus aguijones de muchos centímetros. Con lucha y corazón se hacen muchas cosas. Sólo Mingas, por ejemplo, capturó más rebotes en ataque que todo el equipo de España: 6-5. Con Gomes, ese marcador se ponía en 10-5. Dos jugadores de Angola, atacantes de verdad, doblaban en rebotes ofensivos a toda la Selección española.

La revuelta se acabó con el 74-70. Con el corazón de un león y la agilidad de una pantera de la jungla se pueden conseguir muchas cosas. Pero los partidos de baloncesto más duros se ganan cuando se reúnen equipos como el que ha reunido España en Japón, no guerrillas tan valerosas como ésta de Angola. No era el mejor día de Pau Gasol en los rebotes, asediado por los felinos de Angola. Aún así, del 74-70 se saltó al 83-74, con nueve puntos llegados exclusivamente desde la habitación de los milagros: la que comparten Pau y Navarro. Por lo visto ayer, en esa habitación debe haber un tratado completo de cómo anotar puntos en momentos comprometidos. Pero de rebotes no deben de hablar demasiado. En ese estirón de Pau y Juan Carlos, que sentenció el duelo cuando entraba en los tres últimos minutos, hubo seis puntos de Gasol y tres de Navarro.

Anteriores intentonas de Angola (con 62-52, por ejemplo), habían naufragado en el puerto de los triples de Garbajosa, de quien el seleccionador Alberto Carvalho dice que "es el mejor jugador de España". Puestos a relativizar, cada uno puede tener la opinión que quiera, pero el jugador ideal de baloncesto es como el mejor equipo: el más equilibrado y el que suma más puntos en una serie de departamentos. El jugador más perfecto que ha visto un servidor responde por Kareem Abdul-Jabbar. Una máquina humana, conducida por el coach John Wooden hacia el Gancho del Cielo. Pero el personal (chicos como Nowitzki...) habla y no para de un tal Michael Jordan. Alberto Carvalho ve a Garbajosa mejor que ningún otro español. En fin...

En fin, que Angola, pese a sus saltos, rebotes, Lutonda, Gomes y Mingas, vivió el destino no escrito pero sí consumado al que no escapa ninguno de los rivales de esta España. La derrota inexorable. El angolazo fue en el 92 y, aunque más de uno no lo crea, ya pasaron 14 años. Esta vez, los arrogantes escorpiones rojos tienen mucho más equipo.