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Mundobasket 2006 | España 89 - Lituania 67

España arrasa

Navarro y Gasol lideraron el recital. Argentina, rival en semifinales

Actualizado a
<b>UNA PIÑA. </b>Pau y Marc Gasol, en el corrillo formado por los jugadores españoles tras la victoria ante Lituania. No podían ocultar la alegría. Las medallas, más cerca.

La Selección destroza a Lituania y se juega la final ante Argentina. Primera semifinal de un Mundial desde 1982. Y han pasado 24 años. En esos 24 años se nos fueron Antonio Díaz-Miguel. Y Fernando Martín. Y Drazen Petrovic y Wilt Chamberlain, el Goliat que ayer hubiera cumplido 70 años. Aunque todos, de algún modo, parecen hoy más vivos que nunca, aquí entre el extraño calor contaminado de los barrios de Tokio.

En esos 24 años, Michael, Michael Jordan, ganó seis títulos de la NBA y asombró al mundo con los Bulls. Y Magic, Magic Johnson, otros cuatro anillos, los mejores de los años 80, a las órdenes de Pat Riley, y bajo el gancho del cielo de Capitán Kareem. En esos 24 años, España jugó una final de sueños olímpicos, una madrugada de verano junto a Los Angeles, en el Fórum de Inglewood y de los Lakers: ante el General Bobby Knight y el divino Jordan.

Pero desde 1982, nunca había llegado España a semifinales de un Mundial. Y, como en la vida hay puntos y días que marcan épocas, aquí, en Saitama City, estaba Pat Valentino Riley, 24 años después: maravillado con las maravillas de esta nueva España, la España que es una delicada delicia en la mano de Navarro, el sueño de Riley, la España que impone al mundo con los zarpazos de Pau Gasol: un All Star de la NBA. Lo que ni se soñaba en aquel 1982, en el cálido verano de Colombia. Entonces, España se desvelaba con la batuta del doctor Juan Corbalán, la muñeca de Epi, la seda de Chicho Sibilio y la garra de Fernando Martín Espina. Pero, ¿un All Star de la NBA en España, en 1982? Pues miren: como que no...

Tomjanovich.

Veinticuatro años después de aquel 1982, el turno de España ha llegado en el gigantesco y futurista coliseo de Saitama. Además de Riley, todo el staff técnico de la selección de EE UU tomaba notas en la tribuna de técnicos con aire de preocupación. "No es que España sea un buen equipo. Es real good, bueno de verdad", masculló Rudy Tomjanovich, entrenador dos veces campeón NBA con Houston. Tomjanovich es el primer ayudante del Coach K, Mike Krzyzewski, en la aérea selección de EE UU. ¿Estaban tomando notas, o, más que eso, estaban aprendiendo...? ¿Que aprendían?

Aprendían el juego del baloncesto en equipo. Los de la NBA, los de Lituania, parientes, amigos, japoneses y afectos. Una zona combinada en 2-3 y ajustada en 3-2 por aquí, una filigrana matadora de Navarro por allá, y, en el ático, un relámpago tonante de Pau Gasol. O también aprendían la anatomía de una masacre. Porque el primer cuarto de final del Mundial no fue exactamente un partido, sino una masacre de lituanos, la venganza de aquella final perdida en el Eurobasket 2003.

Esta vez, ni siquiera las artimañas tácticas de Donnie Nelson pudieron blindar a la liliputiense guerrilla lituana ante lo que se le venía encima.

En una docena de minutos, España le había metido a Lituania 32-11 y, más aún, había llevado una sombra de preocupación a las caras y gestos de los entrenadores de EE UU. Las combinaciones aéreas entre Navarro, Sergio Rodríguez y Rudy Fernández hubieran levantado los celos de Jason Williams y Steve Nash, las cuatro manos más rápidas en la NBA.

Con 32-11, España ya operaba con la segunda unidad, pero al partido no le quedaban demasiadas vidas o lecturas. "Nunca nos den por derrotados", anticipaba Donnie Nelson, el vaquero de Dallas. Y, a falta de puntos, Macijauskas, cegado por la red defensiva española, tumbó a Rudy con un mamporro que bloqueó las neuronas de España unos minutos. 0-10 para Lituania, 32-21... y regreso de las estrellas: la torre Gasol, la delicia Navarro y el generador Calderón, origen de tantas cosas.

Ante ellos, Lituania sólo podía gatear. Descanso, 47-30, España. Lituania agonizaba, pero... Animosos y guerrilleros, los hombrecillos verdes lituanos intentaron salir del vestuario a galope tendido. Pero allí ya no tenían enfrente un equipo de baloncesto, sino un fenómeno con pinta de tornado. En el aniversario de la destrucción de Nueva Orleans, España ya no era una selección de baloncesto, sino un fenómeno parecido al Katrina. Para abrir la segunda parte, el tornado español zarandeó a los lituanos con un parcial huracanado: 10-0. 57-30, rictus de consternación amarga en las miradas y tambores de los lituanos, y caritas de malos jugadores de poker en la fila de Krzyzewski y los suyos. Macijauskas ni siquiera quería estar en el campo.

A partir de ahí se acabo lo que se daba. "Game iced", dicen en la NBA: el partido, en el congelador. En algunos tiempos muertos sonó incluso el Mesías de Haendel, no se sabe si como be si como no se sabe si como homenaje a Navarro o a Riley. Pau no era el Mesías, sino un oso grizzly que devoraba consternados hombrecitos verdes. Ante los ojos asombrados de Jaime Lissavetzky resplandecía, como en un milagro de la Purísima, la brillante camisa de Carolina Herrera que vestía el presidente Sáez. Minuto 25, 61-34. Minuto 30, 76-49.

Al menos, Lituania luchó hasta el final: siempre han luchado así, con o sin Sabonis. Ahora no tienen a Sabonis y España tiene a Pau Gasol. Y a Navarro. Y a Calderón. España ya llama a las puertas del cielo que guardan los herederos de Jordan: LeBron y Wade. Antes habrá que hablar con los campeones olímpicos: Argentina. Pero en la vida hay puntos y días que marcan épocas.

Este fue uno de ellos, una madrugada de 1982, 24 años después, doctor Corbalán, Antonio, Drazen, Fernando...

Krzyzewski tomó nota

Mike Krzyzewski (en la imagen) no quiso perderse el primer cuarto de final del Mundial, que enfrentaba a España y Lituania. El seleccionador estadounidense tomó buena nota del recital español. Junto a él también estuvieron Jim Boeheim y Mike D'Antoni, asistentes del técnico de Chicago en la selección USA.