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Mundobasket 2006: semifinales | España - Argentina

Detrás está la final

Argentina, último obstáculo de España para luchar por el oro

Actualizado a
Navarro, con Pepu al fondo
afp

El Naismith Trophy, el trofeo que alza la selección campeona del mundo del baloncesto, debiera proceder de un verde paraíso con el nombre de una canción sagrada: Fiddler's Green. Esa canción, vieja canción de la Caballería de los Estados Unidos de América, sitúa en Fiddler's Green, el Jardín del Violinista, el lugar de eterno descanso para los viejos soldados. Allí, la hierba siempre está verde y la cerveza siempre esta fría.

En algún punto de la ruta hacia el infierno, las sombras de los viejos soldados de Caballería desmontan y se quedan para siempre en Fiddler's Green. Se supone que allí deben compartir cervezas el general Patton y el mariscal Rommel. Y este Mundial llevaría para siempre un halo de leyenda, al menos en Españaa, si en el Fiddler's Green del baloncesto que hoy es el Saitama Super Arena, EE UU y España se jugaran el Naismith Trophy en la final del domingo. Con una cerveza bien fría para después de la batalla, naturalmente.

Cuatro invictos.

Pero la llegada de España y EE UU al jardín donde se vela el Naismith Trophy en el Sol Naciente está custodiada por Argentina y Grecia, tanto como los sioux custodiaban sus Montañas Negras. Ninguno de los cuatro semifinalistas de hoy sabe lo que es perder un partido en este Mundial de Japón. Ayer, como en una densa premonición, a las 17:20 horas, un rápido terremoto de intensidad mediana sacudió la Bahía de Tokio y sus hoteles. Los argentinos sacaron a pasear una risita nerviosa, en el piso 17 del Hotel Urawa Pines.

Pepu Hernández, seleccionador español, tuvo lo que llamó "una sensación extraña". "Pero, desde nuestro piso 14, miré a la gente pasear por la calle y les vi como si tal cosa, con normalidad", se tranquilizaba Pepu. Los americanos, la Caballería negra de los EE UU de América y de la NBA, ni siquiera prestaron importancia. Panagiotis Giannakis, seleccionador griego, pudo relacionarlo perfectamente con una llamada ancestral del Olimpo...Quizá el terremoto fuera el preludio del España-Argentina. Quizá anuncie la final soñada. "El España-Argentina será una guerra, una batalla hasta el último minuto", previenen Dirk Nowitzki y el mismo Giannakis. Coincide Donnie Nelson, el técnico de los Dallas Mavericks que asesora a Lituania. Los estadounidenses temen a Argentina como si fuera el mismísimo demonio. Es que Argentina fue el verdugo de la NBA en el Mundial de Indianápolis y en los Juegos de Atenas.Tras acabar con Alemania, las preguntas de la prensa de EE UU a su seleccionador, el Coach K, no fueron ni sobre Grecia ni sobre España. No: sobre Argentina.

El general Gasol.

Pero aquí llega España, como el Séptimo de Caballería, a toque de corneta. Al toque de una carga guiada por el general Pau Gasol contra el toro Ginóbili y los suyos, que ya esperan con pinturas albicelestes de guerra.

Cuando escriben de Gasol, algunos escriben "Paul". Un nombre apropiado para la gran batalla de hoy. Entre terremotos veloces bajo el Sol Naciente y contaminado, y a la sombra del Naismith Trophy, "Paul" Gasol guía la carga de España, danzando entre los lobos de las Pampas. Y tras las pinturas argentinas de guerra y sus colmillos, sólo está la final. Y en el Fiddler's Green del Saitama Arena, el domingo, España debería poder jugarse el Naismith Trophy a una cerveza fría: ante la caballería de la NBA, por supuesto.