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Mundobasket 2006: Final | España - Grecia

Una misión posible

Un puñado de valientes busca sin Pau Gasol el oro contra Grecia

Actualizado a
Pau Gasol, firmando autógrafos
afp

Fue en 1980. 26 años que no son nada. En el quinto partido de las finales de la NBA de 1980, en el Forum de Inglewood, con los Lakers y los Sixers empatados a dos, Kareem Abdul-Jabbar se rompió el tobillo. La divinidad cuyo gancho descendía desde el cielo acabó con 40 puntos. Cojo, pero con un chutazo de anestesia, Kareem resistió hasta el fin, anotó 14 puntos decisivos en el último tramo, y los Lakers (108-103) impusieron el 3-2 ante los Sixers de Julius Erving, Doctor J. Pero se regresaba a Filadelfia para el sexto partido y Kareem, operado del tobillo, se quedó en un hospital de Los Angeles...

Y llegó uno de esos momentos mágicos que marcan generaciones. Con Jabbar y su gancho en una cama de Los Angeles, Earvin Magic Johson, un novato de 20 anos, subió al cielo de Kareem... en el viejo Spectrum de Filadelfia.

Jugando de pívot y de todo, en el puesto de Abdul-Jabbar, Magic Johnson humilló a los Sixers: 42 puntos, 15 rebotes y siete asistencias. 107-123 y 4-2. Los Lakers remataron a los Sixers de Doctor J, que en aquellas series caminó sobre el aire, en cierto vuelo a aro pasado que los profesionales de la NBA eligieron como la mejor acción individual de todos los tiempos. "It' s Magic", titularon en Los Angeles. "Es Magic, no es real", admitió Erving. Hay mas...

En 1975, Pedro Ferrándiz se despedía del baloncesto activo y del banquillo del Real Madrid en la final de la Copa de Europa, en Amberes: Real-Ignis de Varese. El Madrid y Ferrándiz estaban obsesionados con Dino Meneghin... que se partió la mano unos días antes. La cátedra daba al Madrid campeón casi sin jugar el partido. Pero, sin Meneghin como diana, Ferrándiz y sus jugadores se enfrentaron a un jeroglífico indescifrable. Bob Morse les metió 30 puntos y el joven tirador Rizzi asesinó la zonita de Ferrándiz: 79-66 para "la" Ignis. Sin Meneghin, pero con Bob Morse (30 puntos) y el inopinado Rizzi. "Aún me acuerdo de ese demonio de Rizzi", suele maldecir Ferrándiz. Cuestión de carácter.

Y hoy, bajo el denso Sol Naciente de Tokio, amanece otro de esos días que pueden marcar generaciones. España juega ante Grecia la final del Mundial sin Pau Gasol, nuestro Abdul-Jabbar y nuestro Meneghin. Avanza el mismo Gasol, a la pata coja y con el metatarsiano tronchado, que es sólo "cuestión de creérselo". Por ejemplo, los griegos no se creerán hasta el final que Pau no juega. Le ven como un Zeus Olímpico. Por ejemplo, España sí cree más y más que, aun sin Gasol, esta final no es una misión imposible. En cualquier caso, España será mucho menos previsible: hasta para Papalukas, el genio griego del control, y para el astuto zurdo Diamantidis, los "asesinos silenciosos" que han hecho a esta Grecia campeona de Europa y finalista del Mundial, manejados por la zorrería de Panos Giannakis. También, cuestión de carácter.

Aquella tarde de Amberes maldita para Ferrándiz, la vieja Ignis de Varese sacó de la chistera de la escayola de Meneghin al finísimo Morse, al tirador Rizzi, al ágil hippy Yelverton y al malvado Zanatta. Y, tras el metatarsiano roto de Pau Gasol, acechan a Grecia los triples rocosos de Garbajosa, como descargas de fusilería, la alegría de Sergio Rodríguez, las bombas de Navarro y los despegues elásticos de Rudy Fernández. Los rebotes de Jiménez y Reyes. El corpachón de Marc Gasol ("a mí no me tira nadie") ante el tonelaje de Baby Shaq, la máquina de 152 kilos que picó la carne de la NBA. Gente hay. Fe, también: toda. El carácter lo da Coach Pepu. Que nadie diga que ésta es una misión imposible. Nada es imposible bajo el Sol Naciente. Sin Pau "Abdul Jabbar", España sólo necesita a un puñado de valientes. Al más valiente de todos, quizá podremos llamarle Magic. Si es con el oro al cuello, magnífico. Si es con la plata, felicidades. Porque sí que ha sido mágico...