El Pamesa Valencia logró un plácido triunfo ante el Azovmash Mariupol, el rival más flojo que ha pisado la Fonteta desde que arrancó la Copa ULEB, que le sirve para afianzarse en la primera plaza de su grupo antes de visitar al Khimki ruso.

Le faltó tensión competitiva al Pamesa durante los instantes iniciales, circunstancia que el conjunto ucraniano aprovechó para tomar la iniciativa en el electrónico en los primeros minutos (4-8, m.4) tiempo en el que se sucedieron los errores imprecisiones en ambos equipos.

Sin embargo, el tímido control visitante fue un espejismo que no hizo sino pellizcar el orgullo del Pamesa para despertar su ambición, pues desde ese momento se puso a trabajar para trasladar al electrónico su superioridad sobre la cancha.

Albert Miralles y Dejan Milojevic fueron los primeros en tomar las riendas para instalar en el marcador guarismos más lógicos y no tardaron en revertir la situación con un parcial de 9-0 (15-8, m.7). A partir de ahí, los hombres de Katsikaris dieron un nuevo acelerón para romper definitivamente el encuentro y dejar muy tocado a su oponente apenas concluido el primer cuarto (27-13, m.10).

La facilidad insultante con la que los jugadores locales defendían los inofensivos ataques del Mariupol unida a los elevados porcentajes de acierto de los bombarderos del Pamesa durante el segundo cuarto -particularmente de Rubén Douglas- les permitieron aumentar aún más la ventaja antes del descanso (47-26, m.20). Asegurada la victoria, el Pamesa se dedicó a administrar su amplia ventaja durante un segundo tiempo sin historia y con un constante intercambio de canastas.

Katsikaris aprovechó la plácida victoria para dar minutos a jugadores como Víctor Claver y Fred House, quienes le devolvieron la confianza con una actuación redonda. La relajación de los jugadores locales permitió un tímido acercamiento del equipo ucraniano (76-67, m.35) lo que provocó el consiguiente enfado del técnico Fotis Katsikaris.

Las concesiones del Pamesa comenzaron a tomar color de seria amenaza conforme la brecha se reducía (78-71, m.36) ante la incredulidad de la grada, pero tres triples de Williams en un minuto dejaron el choque visto para sentencia.