Nueva etapa, en un equipo que necesita estabilidad. La que usted fue capaz de darle al Fuenlabrada.

Los entrenadores nos alimentamos de retos. El que me marqué al elegir a Estudiantes es devolverle al lugar que se merece y en el que, por historia, debería seguir.

Pero, ¿qué le conquistó del proyecto colegial?

Es una pequeña locura. Tuve algunas ofertas de equipos con una mayor estabilidad, pero cuando te mueve la pasión, decide más tu corazón y no tu cabeza. Si hubiese sido más racional, no estaría aquí.

¿Cuál es el objetivo de este Estudiantes?

Confío en el trabajo diario y nuestra cota será terminar entre los ocho primeros. Es difícil, pero siempre hay que mirar arriba.

¿Es consciente de que han puesto muchas esperanzas en usted?

Sí. Espero estar a la altura de las circunstancias y cumplir con el aficionado.

¿Qué destacaría del equipo?

Es demasiado pronto para hablar, pero destacaría la gran actitud con la que han llegado todos los jugadores. Del primero, al último.

Entre ellos, los canteranos.

Ése es el espíritu del Estudiantes. Hay que valorarlo y potenciarlo. Ése es el objetivo al contar en la primera plantilla con jugadores como Granger, Beirán y Clark. Siempre hay que apoyar a la cantera.

Pero a Wideman se lo trajo.

Tom es un jugador que todos conocemos en la cancha y yo, en Fuenlabrada, también lo hice a nivel diario. Es dinámico, tiene experiencia, madurez y algo mucho más importante, crea química en el grupo.

Mañana, primer amistoso ante Cajasol en su tierra.

Los jugadores tienen muchas ganas. Supone dar un paso más en la preparación. Además, siendo en Puertollano para mí es más especial.

Mostró su candidatura al banquillo de la Selección antes de los Juegos, ¿sigue en pie?

Ahora mismo me veo en el Estudiantes mucho tiempo, pero soy un entrenador joven y evidentemente me gusta ese reto. Si llega, llegará.