El Khimki de Scariolo y Garbajosa peleará hoy en Turín contra el Lietuvos Rytas lituano por su primer título desde que ambos iniciaron la convivencia en Rusia. El Palasport Isozaki se puso de punta en blanco para recibir un pulso que anticipaba la final de hoy de la Eurocopa. El Khimki era un pelotón de egos sobrevalorados a los que un día el sargento Scariolo obligó a meter su divismo en las taquillas del pabellón. El Iurbentia representaba un ejemplo de la dignidad y la modestia frente a esa sociedad regada por los dólares.

El baloncesto reniega a veces del esfuerzo callado y premia la abundancia. Y de eso tiene mucho el Khimki. Jugó andando al principio, con Garbajosa estableciendo la jerarquía ofensiva en todo momento. El cuadro de Scariolo sintetizó su juego en campo contrario con cuatro hombres abiertos para pedir un bloqueo y abusar del triple. Se fue demasiado pronto en el marcador y eso difundió un halo de desesperanza en la grada vasca. Se recuperó el Iurbentia a base de una defensa numantina y de orgullo, pero la labor de desgaste del multimillonario Khimki acabó por fragmentar la semifinal en el inicio del último acto.