La gira de la Selección nos recuerda ya al barco de Chanquete, siempre ahí un verano sí y otro también, reedición­ tras reedición. Desde hace años la preparación del Equipo Nacional se salda con un inacabable baño de masas por todo el país, con una sucesión de victorias autoritarias, insultantes, cocinadas a gran temperatura y en un ambiente festivo. Hasta los rivales bajan los brazos antes de tiempo llevados por la jarana y la impotencia. Esta bendita Selección nos ha malacostumbrado con sus exhibiciones, nos ha cambiado el gusto: ahora sólo nos va el oro.

Ante Israel, ayer en Zaragoza, apenas varió el guión. Como el rival carecía del pedigrí de Lituania, los jugadores se aplicaron menos en defensa, lo que provocó las quejas del seleccionador y que viéramos un partido igualado hasta el descanso: 35-35, minuto 17. Era tiempo de Víctor Claver, que sumaba 11 puntos de salida. El alero valenciano aprieta para emular a Jiménez y olvidar un año casi en blanco. Se mantiene como el jugador más utilizado en esta preparación, aunque Scariolo ya avisó ayer: "Cuando estén listos Pau Gasol y Mumbrú (el alero se ha recuperado y podría jugar el domingo en Murcia), habrá que redefinir los roles". Queda claro. Tanto como que Ricky Rubio es el base titular indiscutible y que Llull empieza a rebasar por la izquierda a Cabezas y a Raúl López, que esta vez sí brilló.

Volvamos a Israel. España reventó su resistencia de un simple manotazo. Moría la igualdad por el talento de Garbajosa (entrando a canasta con fuerza, muy, muy en forma), la puntería de Navarro y Rudy (doce puntos seguidos entre ambos), los malabarismos de Ricky y la presencia imperial de Marc Gasol. En un suspiro, 17 puntos de ventaja; luego 24, 27 (98-71) y punto y final. Hoy, a repetir espectáculo frente a Polonia.