Serbia hace saltar las alarmas

eurobasket | serbia 66 - españa 57

Serbia hace saltar las alarmas

Serbia hace saltar las alarmas

Un equipo joven y totalmente regenerado de la mano de un sabio como Ivkovic tendió una trampa perfecta a una selección española que se enredó sola en su propia falta de confianza y de pausa, algo impropio en esta generación de jugadores. Las peores señales del amistoso ante Lituania salieron a flote: pésimo porcentaje de tiro exterior y de tiros libres, fases de enorme descoordinación defensiva y constantes malas opciones en ataque. Rudy no pudo jugar y la vuelta de Gasol, muy falto de ritmo de competición, no fue un alivio. Esto acaba de empezar pero el toque de atención es claro: España tiene que mejorar mucho.

Vayan las primeras palabras para Serbia, una guardería al servicio de un viejo zorro como Ivkovic, que sólo sabe jugar campeonatos de Europa para ganarlos y que ahora, por el momento, ha debutado con el gustazo de zarandear a la gran favorita para enseñar al mundo que su nueva creación ya tiene el punto de horno exacto y está lista para competir. Depurada de egos maniáticos y de anotadores egoístas y poco competitivos, Serbia luce otra vez como un gran equipo y lo hace con muchos de sus argumentos tradicionales: defensa, dureza, transición exquisita y calidad individual. Tepic, Velickovic o Tripkovic llaman a la puerta del estrellato definitivo ahora que les esperan apasionantes retos (Panathinaikos, Real Madrid y Joventut, respectivamente). Si se añade una rotación inteligente y una batería de hombres altos muy útil rematada por Krstic, miel sobre hojuelas. Porque Krstic (17 puntos, 6 rebotes) dio una lección en la zona ante el juego interior español. Es un pívot extraordinario cuya carrera parece totalmente reactivada tras sufrir un calvario en forma de lesiones.

Pero la mayoría de líneas deben ser, claro, para esta España irreconocible, timorata y opaca, que apenas enseñó constantes vitales y abandonó un preocupante lenguaje corporal cuando la cosa tenía difícil arreglo. En el último cuarto, abandonada la vía del juego, España se desangró en su propia impotencia durante unos minutos plausibles al menos por actitud, en los que el trabajo de Felipe y la ética de fe inquebrantable de Llull provocaron alguna zozobra en los algo bisoños todavía serbios, que salvaron como pudieron las minas de la presión y la zona 1-3-1 de España y amarraron un triunfo que merecieron de cabo a rabo tras dejar a su rival en 23 puntos en el primer tiempo y 57 totales, 2 menos que en la maldita final del último Europeo en Madrid. Salimos mal del último Eurobasket, entramos peor en el nuevo. Mala cosa, aunque equipo sobra y el margen de mejora es ahora mismo prácticamente infinito.

Serbia desarma a España durante tres cuartos

Antes de ese final en el que a España no le alcanzó, Serbia había dado una lección de concentración, intensidad, defensa dura e inteligente y ataque equilibrado, con Krstic castigando dentro amparado en una rotación plagada de jóvenes gigantes y Tepic dejando muestras de su tremenda clase por fuera (10 puntos). También lució palmito el nuevo fichaje del Real Madrid, Velickovic, un jugador interior ideal para el baloncesto moderno. Rebotea, tiene una muñeca letal y corre la pista a la perfección (12 puntos, 8 rebotes). También en juego en transición y recuperación defensiva le dio Ivkovic un curso acelerado a Scariolo, y España se ahogó sin tiro exterior (sonrojante 2/19 en triples), sin hacer daño en la zona en estático y sin poder jugar al galope bien entendido. A Serbia no le importó cargarse de personales para que su rival no jugara a gusto y España le correspondió con un pésimo 15/28 en tiros libres. Además, los balcánicos lucieron pegada cuando hizo falta: en el tercer cuarto, una zona 2-3 y acciones a trompicones de Navarro habían devuelto a España al partido sólo para ver cómo entre Macvan y Krstic hilaban un 10-0 que cerraba el tercer cuarto con un demoledor 56-37. Había que frotarse los ojos ante la exhibición de miserias de un equipo generalmente brillante, competitivo y totalmente seguro de sí mismo.

Todos los fantasmas que asomaron en el amistoso en Lituania se reunieron para golpear a la selección. Sin tiro ni tino y con decisiones casi siempre discutibles en ataque, incapaz de correr en transición y de tener pausa en estático. Navarro no tuvo su noche (14 puntos pero 2/9 en tiros de dos y 1/7 en triples) y Gasol apareció resonante con cuatro puntos casi seguidos pero se diluyó en un segundo tiempo en el que pasó totalmente desapercibido y en el que enlazó una asombrosa racha de tiros libres fallados para un total de 1/8. Marc Gasol trabajó (9 rebotes) pero estuvo ofuscado en ataque, bien defendido y mal asistido y acompañado por sus compañeros. Y el resto, una mezcla extraña en la que confluyen los que parece que ya vienen (Garbajosa) y los que todavía no sabemos hasta qué punto van (Claver). Mumbrú y Cabezas, por ejemplo, tampoco aportaron y así España empezó a añorar a los ausentes (Rudy por un día, Calderón para todo el campeonato...) y bajó la cabeza y encajó golpes durante muchos minutos de forma sorprendente.

Al final España demostró orgullo pero no bastó para paliar su falta de juego. Fue una muy mala noche, la peor en mucho tiempo, ante una Serbia que dejó una impresión impecable y que apunta a nombre histórico resucitado y quién sabe si a gran tapado del campeonato. El favorito, aunque hoy cueste más decirlo, sigue siendo España, que ha perdido una batalla pero todavía ninguna guerra. Y eso es lo que hay que pensar cuando se acumula un sabor tan amargo en el paladar, uno al que estamos tan desacostumbrados. Toca resurgir y toca competir. Y sobre todo, porque al fin y al cabo ahí reside la clave de todo, toca jugar mejor, mucho mejor. Si algo tenemos claro a estas alturas es que España puede. La redención comienza, sin tiempo para lamerse heridas, mañana ante Gran Bretaña.