Un triple antológico de Llull levanta al Madrid

Euroliga | Real Madrid 77 - Montepaschi 69

Un triple antológico de Llull levanta al Madrid

Un triple antológico de Llull levanta al Madrid

El Real Madrid firmó una gran remontada en los últimos once minutos, perdía por nueve puntos y entre Llull, Tomic, los balones a Reyes y el espíritu del Palacio de Vistalegre firmó la proeza. El sueño de la Final Four de París sigue vivo.

En un final antológico, a lo Djordjevic, a lo Petrovic a lo Herreros, Sergio Llull­ ganó el partido dos veces. La primera, el triunfo a secas, con la reacción al final del tercer cuarto (17 puntos del menorquín desde ahí y hasta el bocinazo, ¡y qué bocinazo!). La otra, la victoria de los ocho puntos, la del basket-average que puede llevar al Madrid a la Final Four, se la llevó con un triple más falta adicional en el último segundo. Se levantó a siete metros enfrente justo del aro, increíble levitación, le tocaron el brazo y aun así la clavó limpia. Triplazo. El Madrid se ponía en órbita, cuando apenas once minutos antes olía a cadáver (43-52).

Futuro.

El Increíble Llull, la defensa, el nacimiento de Ante Tomic como prometedora figura y volcar el juego al poste bajo con Reyes firmaron la gesta. Messina encontró la energía en un quinteto atípico, en Prigioni, Llull, Hansen, Reyes y Tomic. Y no tocó nada en todo el cuarto final. Sólo entró Bullock por Reyes para jugarse los decisivos últimos cinco segundos. Cuando el Madrid vencía por ocho tantos, un 2+1 de Domercant inclinaba la balanza medieval hacia Siena (74-69).

Pero restaban esos cinco segundos, esa garra de Llull, que de escolta voló libre como un pajarillo y aprovechó el aclarado para enterrar al rival. Matador. El Madrid había recuperado la comunión con su afición, con Vistalegre, factor clave en la remontada. Nos recordó a la noche de hace tres años ante el Kazan, en la Copa ULEB, quizá sin llegar a aquello, pero con una atmósfera fantástica. Y es que por lo que había en juego -todo-, la tensión del ambiente era tanta, que te podías afeitar sin cuchilla. Se veía en las caras, en la actividad de las defensas, en el nerviosismo de la afición, primero, en la explosión de júbilo luego.

Como muestra un botón, el pique Tomic-Eze. El africano se calentó y por un momento pensamos que se rifaría un guantazo. Viendo sus brazos nos alegramos de andar en la grada. En medio de esos chispazos, el control lo mantenía el Siena. Los blancos pagaban sus desconexiones temporales: 38-46 y 41-50. Nos quedaba Llull, y un triple previo de Prigioni, y Tomic, y Vistalegre, y una apoteósica reacción para devolverle al Madrid el sueño de la Final Four.