Un extraño caso de suicidio en Vistalegre

euroliga | real madrid 64 - maccabi 66

Un extraño caso de suicidio en Vistalegre

Un extraño caso de suicidio en Vistalegre

Cruel derrota del Real Madrid que se obliga a jugarse el viaje a París contra el Barcelona y con el factor cancha en contra. Un pésimo último cuarto condenó a un equipo sin autoridad y fundido físicamente ante un Maccabi que no se rindió ni cuando estuvo 16 puntos por debajo en el primer tiempo. El equipo de Messina duró lo que duró su tiro exterior y esta vez no hubo épica. El resultado: de un cruce con Partizán y ventaja de campo a otro con el Barcelona y el Palau Blaugrana como juez. Malas noticias.

De redonda a negra y de extraña, contradictoria, a nefasta. Así fue la jornada de cierre del Top 16 para el Real Madrid. La noticia es que será segundo de grupo y que se jugará el billete para la Final Four de París con el Barcelona y con la ventaja de campo para los de Xavi Pascual, que son hoy por hoy el terror de Europa y que han pasado como un tornado por encima del Real Madrid en ACB, en Vistalegre, y en la final de Copa, en pista neutral. Ahora, para revivir el sueño de la Final Four catorce años después, el equipo blanco tendrá que ganar al menos un partido en el Palau, donde no ha ganado nadie en toda la temporada, y a un rival que le tiene tomada la medida en la pista y más todavía en el diván del psicólogo. Esas son las malas noticias. Las peores, que el Real Madrid purgará un castigo ganado a pulso por un extraño caso de suicidio que dejó Vistalegre en proceso de congelación.

Algo habrá de la vieja mística de Maccabi y algo hay por supuesto de que los macabeos son un buen equipo. Serio, competitivo por genética y creado, o eso parece, para dar problemas al Real Madrid: músculo, físico, intimidación, energía. Así fundió al Madrid en su guarida del Nokia Arena y así reventó la fiesta de Vistalegre, que anticipaba un cruce más o menos plácido -para esta altura de la competición- ante Partizán y con ventaja de campo. Era para anticiparlo, desde luego: 31-15 en el segundo cuarto tras un parcial de 12-0. 38-25 en el tercero ante un rival que navegaba en 36 puntos tras tres cuartos... y que ganó el definitivo por 19-30. Una semana después de descerrajar 43 puntos a Montepaschi en el último cuarto le hizo 30 a un Real Madrid que primero pareció autocomplaciente y después incapaz, limitado, asustado, perdido y sobre todo agotado, sin energía. Algo habrá desde luego de la leyenda de Maccabi y del excelente trabajo de Pini Gershon. Pero hay mucho de suicidio, de harakiri de un Real Madrid capaz de lo peor.

Dice la regla deontológica del Top 16 que hay que amarrar todo en caso y pescar algo fuera. En el grupo de la muerte y con mordiscos para todos, el Real Madrid había hecho los deberes. Tras salvar una situación límite ante Montepaschi en Vistalegre y golpear en Estambul, tenía el estoque listo para cerrar el asunto rumbo a un asequible cruce de cuartos. Pero llegó el segundo tiempo y, vidas muy poco paralelas, mientras el Barcelona despegaba en el Palau para acabar apalizando a Partizán, el Real Madrid se enredaba en su laberinto y entregaba la cuchara en un ejercicio de impotencia impropio de la importancia del choque, del valor de un triunfo que era más que oro. Era un trozo de billete para París. Un billete que ahora no está perdido, claro, pero que costará sangre, sudor y, si se atiende a los precedentes y las sensaciones, algo indefinible entre la épica y el milagro.

Del despegue a la nada

¿Cómo regaló el Real Madrid un partido que tenía encauzado? Seguramente porque confió en unas sensaciones engañosas. Trabajó excepcionalmente en defensa pero en ataque no tuvo equilibrio y vivió del tiro exterior. Anuló a Maccabi pero lo fió todo a la línea de 6'25. Cuatro triples (tres de Llull, otra vez un punzón pero esta vez ofuscado en la dirección) sellaron el 12-0 que puso el 29-13. Cuando Maccabi reaccionó en el tercer cuarto llegaron otros dos, de Prigioni y otra vez Llull...

Así hasta que en el último cuarto el equipo se confío en el peor sentido, se difuminó en ataques demasiado masticados y resueltos con tiros lejanos mal seleccionados que estropearon las estadísticas. Maccabi, mientras, trabajó en defensa, encontró algo de tino en la distancia y dinamitó los aros con intimidación y segundas opciones (ganó el rebote 30-41 y capturó 12 en ataque). Bluthenthal dio en el último cuarto el relevo a Eidson y Lasme. Y Maccabi pasó de maquillar el marcador a meterse en el partido y de ahí a asustar primero y matar después para ponerse por delante por primera vez cerca del último minuto. Todavía llegó un triple milagroso de Hansen (64-64), canto del cisne para un Real Madrid que concedió tiros libres (64-66) y puso lazo a una histriónica derrota con un mal último ataque.

Al Real Madrid le faltó el equilibrio ofensivo que siempre reclama Messina. Funcionó en defensa y manejó de salida un buen plan en ataque cargando el juego sobre Tomic. El pívot demostró que es un buen jugador en ruta a ser un gran jugador. Pero todavía blando. Exhibió visión de juego, puso 4 tapones y capturó 4 rebotes de ataque, pero estropeó su buen partido con su 5/12 en tiros de campo. Con Velickovic fuera de la rotación y Lavrinovic de capa caída (-2 de valoración), Garbajosa puso cohesión mientras tuvo gasolina y Felipe tesón (8 rebotes, 5 faltas provocadas) para un equipo que vivió y murió en definitiva en el tiro exterior. Y eso sin Bullock, lesinado, y sin Jaric, que se quedó en 3 puntos y -2 de valoración porque se desfondó persiguiendo a Anderson, minimizado, aunque presente en la recta final, tras su exhibición del partido jugado en el Nokia Arena.

Mientras el Madrid defendió con intensidad, cargó de faltas a los interiores rivales y controló a Anderson y Eidson, todo fue sobre ruedas. Pero abortado el despegue del segundo cuarto, vivió el segundo tiempo con complacientes ventajas en torno a la decena pero entre sensaciones cada vez más preocupantes. Y, visto y no visto, el cordero se convirtió en lobo. Apareció la intensidad de Lasme bajo los aros y Perkins en la dirección. Apareció la clase de Eidson (9 de sus 11 puntos en el último parcial) y la fuerza de Bluthenthal y Anderson: 45-36, 47-41, 55-52... y finalmente 55-55. El Real Madrid capturado y con tres minutos por jugar en los que no tuvo ni lucidez, ni intensidad, ni calidad ni suerte.

Rendido Vistalegre a un viejo rival histórico, la realidad es cruda. Será Maccabi el que jugará contra Partizán (duro pero asequible sobre todo fuera del Pionir) y será el Real Madrid el abocado a la situación que nadie quería en toda la Euroliga: una serie a cinco partidos contra el Barcelona con tres en el Palau Blaugrana. El teorema de la tormenta perfecta. La hora de los valientes para un Real Madrid que ya no tiene más camino hacia París que ese, al que se ha obligado por una nefasta segunda parte. Toca olvidar el trauma del duelo de la ACB y el pavoroso golpe de la final de Copa. Pero también toca enseñar más juego y más capacidad física de la demostrada en esta derrota perra. Porque ahora ya no hay más solución: heroica o abismo.