Tomic devuelve al Real Madrid su amor propio

El pasado 13 de enero el Real Madrid contrataba a Ante Tomic. Era un fichaje de futuro, aunque con visos de dar frutos "muy pronto". El "muy pronto" fue ayer, en una cita de altura, cuando de verdad se mide la talla de un jugador. El croata demostró clase, pero, ante todo, carácter. Y eso es lo que necesitaba el Real Madrid para poder tumbar al Regal Barcelona, invicto en casa más de un año. Seis meses después, los blancos están aprendiendo a domar al monstruo.

El marcador final (63-70) refleja una vez más que con este Barça hay que bailar a paso lento. Es, más o menos, la táctica de Joan Plaza en su Cajasol, salvo que con más talento por metro cuadrado. Algunos lo exprimieron ejemplarmente como el citado Tomic, que primero se merendó a Ndong y luego a Vázquez. O como Prigioni, que cuando el balón quemaba y la película anunciaba un final en azulgrana como el del pasado martes, pidió el tango sólo para él. Primero, con una entradita y bomba a lo Navarro -el barcelonista no estaba ayer para filigranas- que cortó el parcial de 5-0 que envalentonaba a la grada: del 40-50 del final del tercer cuarto al 45-50, con 6:35 para el final del partido. Y dos minutos y medio después, con un triple que hizo al Madrid creer firmemente en la victoria (52-57). Puro Pablo.

Mientras Xavi Pascual lo probaba todo y asistía impotente a la mala noche de sus Zipi y Zape (Ricky, -1 de valoración, y Navarro -2), Messina saboreaba con agrado la irrupción de dos perlas no lucidas en el primer duelo en el Palau, Bullock y Velickovic. El escolta regaló un par de guiños de su clase, el segundo arrimó el hombro en la pelea. Sólo falló muy al final, cuando su candidez a punto estuvo de costarle al Madrid una pena mayor y a Messina (que lo envió al banco) un infarto al corazón.

Gloria.

Mickeal volvió a firmar ocho puntos seguidos, como el martes, pero esta vez el Madrid apretó los dientes y recuperó sobre el parquet del Palau toda su gloria pasada. Con un final en 'ic', el de Jaric y Tomic, que endulza la serie y anima a pensar que en el baloncesto, como en la vida, no hay imposibles.

P.D.: Clifford (Luyk), lo que ayer sentías en el palco del Palau Blaugrana no era dolor de estómago. Simplemente eran los nervios de ver a tu Madrid fiel a sí mismo. Tranquilo.