El tiro de gracia fue la bandeja matadora de Derek Fisher. Con 80-84, tras rebotear el último fallo de Ray Allen, Fisher metió la directa y descargó el balón en el aro de Boston como el torpedo de un submarino acosado: el mismo Allen, Garnett y Davis, 320 kilos combinados, cayeron en tromba sobre Fisher.
Con todos caídos sobre los fotógrafos, el balón superaba el aro celtic: en rosca zurda, finger roll. Pau Gasol gritó su felicidad a los oídos de Fisher, que se levantó como un Jesucristo en púrpura y adrenalina, listo para caminar sobre las olas y sellar el tiro libre adicional: 80-87 para los Lakers, a falta de 48 segundos. Al fin, 84-91. 2-1, Lakers.
Fisher apuntilló. Pero hubo más: los 13 fallos de Ray Allen en 13 tiros. Los 22 puntos y 20 rebotes (10+10) agrupados por Pau y Bynum. Y alguna canasta sensacional de Kobe Bryant (29 puntos) en momentos vitales: la del 80-84. Defendiendo, los Lakers se marcharon: descanso, 40-52. Las piernas de Boston ya no alcanzaron a tanto. Esta noche vuelven todos al Garden. "Vale, sólo un partido más", dijo Kobe. Pero la leyenda y las cifras lo dicen: quien gana el tercer partido, gana las finales de la NBA. Aunque sean los Lakers en Boston.