El derbi vasco resultó más emotivo que fino. Hubo sobredosis de excitación, mucha de ella por el aire barriobajero que exhibió el equipo visitante cuando se vio perdido. Y entre la maraña de guerrillas emergió el talento de Salgado, que se tomó cumplida venganza del descarte de Katsikaris tras nueve años en el bando vizcaíno.

Jackson se encontraba como pez en el agua y desenterró diez puntos que sostuvieron a su equipo. Cuando se acabó ese espejismo, empezaron las penurias. El Bizkaia fue un sonámbulo ante el control genial del ritmo de Salgado y el Lagun Aro sueña con más fuerza con entrar en la Copa.