El Carpena terminó el partido dividiendo esfuerzos. Con las manos ovacionaba a un ex, Germán Gabriel, que fue el líder de un rival superior. Y con la boca le dedicaba al Unicaja una de las pitadas más amargas en lo que va de temporada. Lo hizo el pabellón verde porque algo entiende de baloncesto y vio como el Estudiantes le pegó un soberano repaso a un conjunto de Aíto atascado en la mediocridad.

Desde los primeros compases se vio que los colegiales venían a Málaga sin complejos. Se pusieron por delante con velocidad y superaron sin apuros los cambios de marcha del Unicaja. Caner-Medley, Welsch y Asselin le comían terreno a lo callado a unos jugadores locales que se emperraban en buscar la fortuna desde el triple. Nadie cambió de táctica hasta el descanso (26-38).

En el tercer cuarto el recién fichado Blakney intentó cambiar algo. Pero Germán, que se conoce los síntomas de debilidad cajista al dedillo, aprovechó el momento para dinamitar el partido con 19 puntos.