Ni el Barça ni los árbitros tumban al Caja Laboral

Liga ACB | Caja Laboral 87 - Regal Barça 80

Ni el Barça ni los árbitros tumban al Caja Laboral

Ni el Barça ni los árbitros tumban al Caja Laboral

paulino oribe

Remontó doce puntos en el cuarto final con Ivanovic descalificado

Un arbitraje de sainete estuvo a punto de cargarse un partido precioso y lleno de intensidad entre dos equipos llamados a luchar por todos los títulos en juego. De la Maza, Perea y, sobre todo, Cortés rozaron el absurdo en un encuentro entre titanes. Villarato en el baloncesto, que diría mi amigo Tomás Roncero. Sólo les faltó señalar una técnica a la mascota del Baskonia. Otra cosa es que tanto el banquillo como el palco tuviera, en ocasiones, una actitud histriónica y poco edificante. Pobre Chichi Creus, tan educado él, rodeado de directivos vitorianos que, literalmente, se comían al Director de Arbitraje de la ACB. Tampoco es de recibo.

Sin embargo y, aunque parezca increíble, la descalificante a Dusko Ivanovic antes de comenzar el último cuarto no favoreció a los culés, sino que abrió la ventana a la épica vitoriana­. Tras anotar los tiros libres consecuencia de esa decisión arbitral, el Barça se puso 12 arriba (54-66, minuto 31). Pues bien, a partir de entonces, se le fundieron los plomos. Entre San Emeterio, Teletovic, Huertas y un público en estado de efervescencia, Caja Laboral firmó un parcial de 33-14 y finiquitó el partido ante un Barcelona incrédulo y totalmente superado por las circunstancias.

Frenesí.

El choque arrancó de cara para los alaveses (5-0, min. 2) con un Oleson muy inspirado. Mientras tanto, Ricky se reivindicaba y se convertía en el faro anotador de los culés (los primeros 7 puntos de su equipo los firmó él). El partido llevaba un ritmo frenético (para el minuto 11, los técnicos habían utilizado ya a 21 jugadores, 10 Ivanovic y 11 Pascual).

El tirón visitante del segundo cuarto (24-30) fue un espejismo pero en el tercer periodo, los de Pascual se pusieron serios de verdad y abrieron hueco (50-57, min. 27). Fue cuando los árbitros se convirtieron en tristes protagonistas. Al final, su actuación quedó en segundo plano y ganó el deporte que tanto nos gusta: el baloncesto.