El Fuenlabrada se quedó sin Copa, otra vez con la miel en los labios, batido sobre la línea de forma cruel. Superado por Llull con una penetración a lo Navarro en el penúltimo segundo del partido, cuando la alegría del modesto empezaba a contagiarse. La fuerza y el brío del menorquín quebraron en un instante al Fuenla. Aunque hubo más después. Restaban un segundo y cuatro décimas y los de Maldonado sacaban en cancha blanca, a la altura del triple, tras pedir tiempo muerto. El balón fue a Mainoldi, que se levantó y... tapón de Tucker, vimos desde la zona de prensa, inmejorablemente ubicados. Nos columpiamos. Hubo falta a Mainoldi, que los árbitros no pitaron. La tele nos sacó del error y al Fuenla le dejó todavía más abatido. Dos tiros libres que le hubieran dado la Copa, una prórroga o, quizá, nada; pero que debieron lanzarse.
Una injusticia que no tapa otra realidad, que el Madrid fue mejor cuando se puso a jugar y pasó del 2-11 al 51-35 del minuto 27. Hubo mucho de coraje en la remontada del Fuenla -y de puntería, siete triples en el último cuarto-, pero también de relajación blanca. Mirotic, a sus 19 años, volvió a dejarnos boquiabiertos. "Estoy impactado, conmigo no se sentaría ni en los descansos", decía ayer Pedro Ferrándiz medio en broma medio en serio.