Quedaba un ataque, apenas segundos para el final del partido y el Madrid caía por tres puntos: 76-79. Sólo valía sumar de tres y el Efes optó por no hacer falta, quizá viendo que el rival no la metía en una piscina. Lo intentó Mirotic de larga distancia: agua. Pero el rebote de un colosal Fischer dio a los blancos una nueva oportunidad. Balón fuera para Tucker y otro error en el lanzamiento, y también nuevo rechace ofensivo (Mirotic). El balón le llega rápido a Sergio Rodríguez en el lateral izquierdo, detrás de la línea triple, amago con bote y suspensión frenada en falta por Thornton, que en la duda de meto la mano o no, lo hizo un instante tarde. Toda la presión enfocaba al Chacho, pero el de ayer era su día, lo había bordado antes y no iba a fallar ahora. Tres tiros libres para ir a la prórroga, pulso de cirujano, nervios de ajedrecista que a la postre valieron el triunfo.
El Madrid se pone líder en solitario del grupo ya con un pie y medio en cuartos. Sergio hizo anoche lo más difícil, aunque quedaba rematar en la prórroga, una tarea peliaguda frente a una pléyade de jugadores veteranos, pero de gran renombre en la última década, acostumbrados a estos duelos de tensión extrema. Y la prórroga empezó con un triple, sí de Sergio, que dio algo de tranquilidad a los blancos, espesísimos en ataque, con Tucker en una noche de claroscuros, brillante en casi todo y excesivo en el último tramo forzando tiros imposibles, ejemplo de la falta de frescura colectiva al final. Tanta que Messina optó por jugar con dos bases a la vez, Prigioni y Sergio, que fueron junto a Fischer los mejores. El argentino clavó triples decisivos en una jornada errática de sus compañeros y Sergio recuperó la magia que se guardaba en la chistera. En sus cuatro primeros minutos ya acumulaba cuatro asistencias, algunas de ponerse en pie.
El triunfo y la resurrección de Sergio no esconden las penurias iniciales (2-14), el mal partido de Tomic, incluso de Reyes y Llull, los problemas en el rebote, la facilidad con la que el Efes encontraba aro en sus continuaciones, en especial sin Fischer en pista. El americano firmó otro partido fantástico y, con 87-86 y la bocina a punto de sonar, frenó el último arreón de Tunceri. Valió el triunfo.