Unicaja apalizó al Joventut con una diferencia de 56 puntos, superando la anterior marca de 55 que poseían, desde la temporada 1985-1986, el Real Madrid (116-61 al Clesa Ferrol) y el Barcelona (venció por 82-137 al Breogán de Lugo). El equipo malagueño pasó ayer por encima de una deprimidísima Penya,­ a quien hizo picadillo. Tanto que superó su victoria más amplia en la historia ACB (al Fuenlabrada le había ganado por 50 puntos en 2002. Ayer, 111-55). El DKV, asfixiado por su proceso concursal, fue un muñeco roto. Ver así a un histórico nunca es agradable. Su realidad a día de hoy es ciertamente preocupante.

Pero el paseo triunfal del Unicaja no tuvo que ver con la debilidad que mostró el Joventut. Este equipo que ha dejado el aire tristón y de fin de época que exageró Aíto García Reneses simplemente porque no estaba cómodo, tiene mil virtudes: la primera, que es una familia.

Su equipo técnico, su vestuario y hasta su despacho (Manolo Rubia) son una piña. Y en esa complicidad ha empezado a crecer el Unicaja, que ayer recuperó al impagable Carlos Jiménez, que había estado dos meses de baja. Pepu Hernández miró a su viejo capitán con añoranza. Ojo a este triángulo: Jiménez-Berni-Garbajosa. Tres campeones del mundo.