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torneo comunidad de madrid

Sergio Rodríguez se divierte

El canario y Pocius, decisivos en un derbi loco en el que dominó casi siempre un Real Madrid irregular. A Estudiantes le sobró intensidad pero le faltó claridad en los momentos de la verdad.

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<strong>GANA EL REAL MADRID.</strong>
GANA EL REAL MADRID.

No estaba Rudy Fernández, el jeque era de mentira y se jugaba en hora tardía y pista neutral. Pero fue un derbi con ambiente de derbi y fue una copa menor (Torneo de la Comunidad de Madrid) pero una copa al fin y al cabo. Eso pensará el Real Madrid, al que le sirve ahora mismo cualquier rival que no sea el Barcelona para y eso pensó un Estudiantes que remó hasta que no le quedó más fuerza. Todo eso, la pretemporada (que se acaba) y la colisión de dos equipos que quieren jugar al galope dejaron en Leganés un derbi raro y loco, racheado: a ratos bonito, a ratos un correcalles muy poco disimulado.

Si el Real Madrid quería quitarse parte del disgusto de la Supercopa, lo consiguió. Si quería convencer a escépticos y agnósticos, no. Enseñó las virtudes y los defectos que se le intuyen a años luz y desde las vacaciones de verano. Con todo, dejó escapar un partido ideal para sobresalir: sin demasiada tensión aunque sí ritmo, jugado entre taquicardias. Enseñó que será un buen equipo cuando pueda correr y cuando se divierta. El problema es que en los partidos decisivos (dentro de, eso sí, muchos meses) cuesta divertirse y no digamos correr. Como dicta la norma de primaria, se corre mejor cuando se defiende y se rebotea y como es difícil de obviar, Sergio y Llull son una pareja de base y base - escolta letal y atractiva en ciertos escenarios pero no demasiado fiable en guerra de guerrillas.

A Sergio hay que reconocerle uno de esos partidos iluminados que enseñan el jugador que podría ser y rara vez es: metió 15 puntos y repartió 9 asistencias, le entraron los triples y dirigió a su equipo en la cabalgada inicial y el despegue final. A su lado, Llull fue inconstante entre desapariciones y estallidos espectaculares (15 puntos) y Pocius demostró que es un fichaje ideal para casi cualquier equipo, más para uno que quiere correr: defiende, piensa rápido, tira bien, juega con sentido y penetra con decisión. Ese backcourt, incluso sin Rudy y con un Carroll que reboteó mucho y falló más, decidió el triunfo con la ayuda de pinceladas de Mirotic y leñazos de Begic, recuperado para la causa y más útil en pretemporada que un Tomic desubicado en el ritmo uptempo y otra vez demasiado blando. El croata está en cola para un diván de psiquiatra en el que tiene que afinar Pablo Laso y por el que necesita pasar con más urgencia un Carlos Suárez que necesita olvidar el sinsabor de los amores de verano no correspondidos.

El Real Madrid se permitió dejar escapar un 49-35 mediado el tercer cuarto y se obligó a un último sprint después de que Estudiantes navegara hasta un 60-58 con cuatro minutos por jugar. Demérito de un Real Madrid con rachas obtusas en cinco contra cinco y agujeros en la defensa de líneas adelantadas. Y mérito de un Estudiantes que tuvo, también, rachas de excelentes sensaciones y agujeros negros de pura inconsistencia. Le arrastró la falta de cabeza de Flores y le mantuvo el colosal primer tiempo de Simmons bajo los aros y las acciones de killer de Wright en el segundo. Buenas noticias porque tiene cosas que se le presuponen: el crecimiento de Granger, la calidad de Gabriel, la magnificencia de Carlos Jiménez. Así que, con un poco más de calidad y un poco más de jerarquía, ganó el Real Madrid un derbi que cierra la pretemporada y deja en la rampa de despegue a dos equipos con motivos para soñar, motivos para preocuparse y todo, todo todavía, por ganar.