El Real Madrid se doctora

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El Real Madrid se doctora

El Real Madrid se doctora

El Real Madrid inclinó un partido que se le puso cuesta arriba a base de defensa e intensidad y gracias al liderazgo de Rudy y la muñeca de Carroll. El debut de Serge Ibaka fue testimonial.

Este era un partido y fue un tipo de victoria que necesitaba el Real Madrid. Partido reafirmante, victoria hermosa. Un partido para mirarse al espejo y verse más guapo. De los que solidifica proyectos y acelera construcciones. A un partido que tuvo de todo sólo le faltó el marco del Palacio de los Deportes. Pero fue la Caja Mágica, muy caliente (casi un milagro) en el segundo tiempo, y fue un triunfo que servirá al Real Madrid para ganar convicción y, conviene no olvidarlo, colchón y margen en un grupo en el que quedan muchas batallas por delante. No fallar en casa es, más que un objetivo, una obligación.

El gancho para muchos era Ibaka y el partido tuvo muchas cosas pero muy poco del congoleño, que recién aterrizado sólo jugó 120 segundos, en el entreacto del segundo cuarto, en los que dejó dos o tres saltos marca de la casa. Pero el partido de verdad tuvo otros protagonistas, dividido entre un primer tiempo de tensión retraída y un segundo de intensidad explosiva. Milán, un equipo de lujo, fue superior mientras jugó según su guión y su recto academicismo. El Real Madrid cambió la inercia cuando se entró en zafarrancho de combate. Los tambores de guerra le desataron y al final le favoreció un amago de cataclismo en una de esas paradojas que hacen apasionante el deporte: Drew Nicholas, seda pura, olió sangre y anotó 13 puntos seguidos para un parcial de 0-13 (40-53 cerca del ecuador del segundo cuarto) con tres triples y dos técnicas a un Real Madrid que descarrilaba y que cuando se sintió perjudicado y baqueteado en su propia casa subió revoluciones y cambió un partido que acabó siendo muy suyo en los últimos minutos.

En la remontada y fortificación del Real Madrid influyeron las pinturas de guerra y el indudable carisma de Rudy, líder en defensa y ataque y encargado de incendiar las gradas. Sumó 17 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias pero su influencia en el partido fue mayor que sus números. Como la de Begic (9 puntos, 7 rebotes, 3 tapones), que colapsó con su envergadura el plan de Scariolo de abrir la pista y buscar las penetraciones desde la línea exterior. Llull volvió a ser volcánico y Carroll determinante con 21 puntos en 19 minutos, cuatro triples sin fallo y calidad pura en momentos determinantes. Con eso y el trabajo de Pocius, otro al que mejoran las escaramuzas en campo abierto, ganó el Real Madrid. Con eso, intensidad y buena defensa en el último cuarto. Con eso y un Pablo Laso cargado de valor y coherencia a la hora de rotar, repartiendo minutos según méritos y no según jerarquías y aguantando buena parte del último cuarto sin Rudy, Llull o un Tomic que dio poco de sí. Como Mirotic (-3 de valoración), Felipe (1) o un Carlos Suárez (1 con cero puntos) que sigue mohíno y que no pudo replicar a Scariolo por sus cuitas veraniegas.

El italiano maneja una plantilla con ocho jugadores de enorme nivel. Su equipo tuvo fases muy notables pero no se adaptó al nivel de presión del último cuarto (67-67, minuto 33) y se quedó corto de efectivos. No fue el día ni de Fotsis ni de Bourousis, Radosevic fue un drama y Gallinari regaló detalles de su infinita categoría... sólo en el primer cuarto (7 de sus 12 puntos). Al 'Gallo' le faltó implicación y calor, y también acierto, cuando el partido pidió líderes primero y héroes después. Y Milán vivió por momentos de la clase de Nicholas y la energía sideral de Hairston, 42 puntos entre ambos. Scariolo estuvo rígido en los cambios y lento de reflejos (algunas zonas disfuncionales...) en los cambios defensivos. Mucho mérito en todo caso para el Real Madrid, que acabó jugando mejor y sobre todo compitiendo mejor.

El Real Madrid necesitaba ganar a un rival de este nivel y necesitaba resolver positivamente un final de este tipo, apretado y en el que sumó a sus virtudes habituales (juego al galope, dominio del rebote) algunas que le son menos familiares: defensa, control del ritmo, dominio de los tiempos. Acabó tirando mejor y perdiendo menos balones, acabó maquillando una estadística de tiros libres que pudo perderle (14/22) y acabó, en definitiva, jugando mejor y sumando un triunfo de prestigio. Y con Ibaka mirando. La próxima vez, el domino ante Gran Canaria, será con el congoleño jugando. Tanto mejor.