El derbi no se guardó nada de flujo pasional a todo el que se acercó hasta el Iradier Arena. Fue un partido arrollador, nada artístico, un derbi descatalogado, como se merece la Euroliga. El Gescrap Bizkaia perdía por cinco (81-76) a falta de 2:59 y dejó que se colara por la plaza de toros el frenesí. Con sus reservas anímicas destrozadas (Jackson, Fischer, Grimau y Banic eliminados, Raúl López y Hervelle lesionados y un carrusel de atrocidades debilitadoras de colegiados infames), sacó ese orgullo que le llevó al subcampeonato para someter a otro grande, para eliminar el trecho que separa a los jerarcas de toda la vida en los principales torneos de los nuevos aspirantes. Los hombres de hierro han tenido ese arrojo escondido desde el playoff y lo fueron a sacar en el sitio más oportuno: la casa de su vecino, en un derbi que marca la igualdad total del grupo y casi asegurarse el pase a dieciseisavos si amarran lo de casa y los averages.

El Caja Laboral gestionó mal ese final a todo trapo porque se tiró las dos horas en brazos de Teletovic. "Hemos llevado el partido a donde hemos querido. Sabíamos que Mirza solo no nos iba a ganar". Banic resumió bien el encuentro. El dos para dos, con Prigioni anclado en línea de triple, fue el único recurso cuando los visitantes enviaban la ayuda de Fisher sobre la defensa del capitán baskonista.

Antideportivas risibles, una falta en ataque y técnica por protestar a Jackson -que le eliminó-, pérdidas, fallos en el rebote ofensivo... todo fue volcánico. A Mumbrú le espolearon los insultos. Y ya se sabe, en río revuelto, la defensa de un Fisher imperial y un Kostas en versión verdugo siempre pescan.