Un adiós y un hasta luego

liga endesa | real madrid 81 - valencia 64

Un adiós y un hasta luego

Un adiós y un hasta luego

Un parcial de 17-0 en cuatro minutos del tercer cuarto sentenció el último partido en ACB, por ahora, de Rudy, Ibaka y Splitter. El Real Madrid ganó por talento, plan y amplitud de recursos.

El Real Madrid cerró una parte de la temporada. Una francamente vistosa. Mañana abre otra. Una absolutamente determinante, trascendental para su futuro. El Real Madrid despide a Ibaka, adiós, y Rudy Fernández, hasta luego. Con la certeza de que el congoleño no volverá a la ACB salvo, quizá y sólo quizá, en la fase crepuscular de su carrera, y con la esperanza de que el tránsito de Rudy por Texas sea lo más corto posible. La hoja de ruta normal establece el próximo verano como fecha de regreso. Los más voluntaristas sueñan con una posible vuelta por Navidad, Dallas Mavericks mediante, pero los más cenizos no quieren ni pensar en, opción ahora mismo improbable, un Rudy de repente feliz en la NBA que cambie de idea y planes. El hasta luego podría ser un hasta pronto pero también un improbable hasta siempre. El futuro juega a las cartas.

Rudy posee la electricidad de la gran estrella y el carisma del jugador franquicia. El Real Madrid va a echar mucho de menos su jerarquía, sus puntos, su naturalidad en la toma de responsabilidades, la atención que genera en la defensa rival y su trabajo integral: anotación, rebotes, asistencias, robos: ataque y defensa. A Laso le toca gestionar una línea exterior con nuevos roles para Pocius, Carroll, Llull o el que está por aterrizar, Singler. Pero, y pocos habrían apostado por ello, el Real Madrid echará tanto o más de menos al Ibaka de los últimos partido, al verdadero Ibaka. Su capacidad para intimidar, tapiar su aro, cambiar tiros (y partidos), correr la pista y defender al pívot rival (algo que no alcanza ante los principales centers NBA) tiene difícil réplica en Europa. Sin él las ausencias defensivas de Mirotic y Tomic y las lagunas del inconstante Begic serán las mismas pero serán mucho más notorias.

Además de lo que son, Rudy e Ibaka son importantes por lo que hacen que sean los demás. Corren al ritmo de Sergio y Llull, cubren agujeros en defensa y abren espacios en ataque. Rudy dejó como recordatorio 17 puntos con triples imposibles y algún mate marca de la casa. Ibaka cuelga el blanco después de hacer otra demostración de cómo redefinir un partido: 4 tapones en un primer tiempo en el que junto a Felipe (16 puntos, 9 rebotes y el infaltable trabajo a destajo) cerró el agujero interior por el que se desangraba el Real Madrid. Y para los highlights dos tapones casi seguidos y un mate segundos después, a la carrera. Sin ellos salvo carambola en el tema Rudy, el Real Madrid afrontará los grandes retos de cada temporada (Copa, Top 16, playoffs...). Toca quitarse la nostalgia y cambiar todo para que nada cambie. Y tendrá que ser con la apuesta actual: al galope, con muchos puntos, cierto riesgo y en brazos del talento.

Valencia, por su parte, despide a Splitter, que dejó 21 puntos, 7 rebotes y esa familiar sensación de dominio en las zonas del Viejo Continente, imparable en el bloqueo y continuación y capaz de evitar el sonrojo absoluto de un equipo en pleno naufragio (20-9 en el tercer cuarto, los 9 del pívot brasileño). Valencia es una plantilla a la que ha mirado un tuerto: sin Caner-Medley y con un ejército de jugadores entre algodones: Lishchuk, Pietrus, Markovic, Ogilvy o un Rafa Martínez martirizado por la obligación de anotar en un lado y perseguir a Rudy o Carroll en el otro.

El partido de las despedidas fue un partido que apenas raspó lo que se esperaba sin la mejor versión de ninguno de los dos equipos. Valencia salió serio (3-10), circuló y encontró a Lishchuk y Splitter ante la somnolienta mirada de Mirotic y Tomic. Anestesió a un Real Madrid que vivía de dentelladas de Rudy entre una tormenta de malos tiros y pérdidas de balón. Hasta que Laso paró el partido y metió a Ibaka y Felipe. El Real Madrid comenzó a defender un poco más y rebotear mucho más. A partir de ahí corrió y sin demasiados alardes cambió la dinámica del partido: 38-32 al descanso. El tercer cuarto comenzó con un mentiroso 0-5 (38-37, minuto 23) al que siguió un 17-0 visto y no visto (55-37, minuto 27) que cerró el partido con el Valencia en huelga de brazos caídos y el Real Madrid divirtiéndose con una ensalada de conexiones al galope al toque de trompeta de Llull y Rudy. Valencia no opuso demasiada resistencia y se desangró entre segundas opciones concedidas y demasiados fallos en el tiro exterior. El último cuarto fue un trámite que sirvió para que el Palacio despidiera a Ibaka y Rudy en pie y entre gritos de "Rudy, quédate". Ahora mismo un imposible que conduce a un mucho más probable "Rudy, vuelve pronto".

El Real Madrid cerró con la octava victoria seguida la etapa de Rudy e Ibaka, un feliz reencuentro con los focos y las miradas del que tiene que demostrar que sale un proyecto, que queda una intención. Parece que es así y ahora, cuando llega el momento que en definitiva tenía que llegar, se verá hasta dónde da de sí. El reto es apasionante. El futuro, aunque incierto, también se presenta como un apasionante paisaje lleno de peligros pero también de oportunidades.