Cuarenta días después de aterrizar en Madrid con una sonrisa radiante, Serge­ Ibaka volaba ayer de vuelta a Oklahoma City, con escala en Nueva York. Se marchó fastidiado. Llevaba peor cara que la que mostró al venir. La culpa, un molesto catarro.

Air Congo arde en deseos por arrancar su tercera campaña en la NBA, en unos Thunder que aparecen como aspirantes al anillo, pero también se va algo triste: "Dejo atrás un gran club y muy buenos compañeros. Sabía que este momento iba a llegar, aunque ahora es cuando mejor me encontraba. Me costó adaptarme a los sistemas tácticos, mucho más complejos en Europa que en la NBA, para mí la mayor diferencia entre los dos baloncestos; pero en los últimos encuentros, cuando me acoplé y mejoré mi condición física, pude demostrar cuál es mi verdadero nivel. Le agradezco al público su apoyo incondicional y me marcho a Oklahoma como un madridista más. De momento, el sábado no me puedo perder el Madrid-Barça­ de fútbol. Luego seguiré toda la temporada a mis ya excompañeros. Les deseo lo mejor y no creo que me echen de menos porque hay grandes pívots en el equipo".

Ibaka cree que estos meses con la Selección y con el Madrid le ayudarán "a ser mejor jugador". Los Juegos Olímpicos de Londres andan ya a la vuelta de la esquina y es muy ambicioso: "Creo que puedo hacer una mejor competición tras la experiencia del Eurobasket y el tiempo que he pasado en el Madrid, que ha sido como una readaptación­ al baloncesto FIBA". ¿Se imagina arrebatándole el oro a Estados Unidos con sus estrellas NBA?, le preguntamos: "¿Y por qué no? En 2008 España rozó el triunfo y demostró que no hay nada imposible. Sí, veo opciones de ganar el título olímpico, incluso ante el mejor equipo de EE UU. Será muy difícil, pero vamos a intentarlo". Eso será en julio y agosto e Ibaka prefiere centrarse en la NBA, donde llegará en mejor forma que casi todos: "Después de meses sin competición veremos a bastantes jugadores gordos", bromea. Iblocka sí estará listo.