Ayer volvió a escucharse el ya famoso "Rudy, quédate", esta vez en la Caja Mágica. Pero el verdadero protagonista en la segunda despedida del alero fue Nikola Mirotic, que se graduó con honores en la máxima competición europea y ante un rival de postín, el Maccabi. Ese equipo que el pasado mes de mayo había dominado y eliminado al Madrid en la Final Four, se fue para Tel Aviv con la mayor paliza (88-64, -24) que le ha endosado el Madrid en los últimos 24 años, tercera de todos los tiempos tras el 111-86 (-25) de 1986 y el 125-78 (-47) de 1976.

Gran culpa de esta humillación la tuvo Mirotic, que hizo lo que le dio la gana, como en el Europeo Sub-20 con España. Espectacular. El ala-pívot, que tuvo que jugar muchos minutos (31) por los problemas de faltas de Tomic y Begic (Reyes actuó un rato de cinco), superó su tope de puntos y de valoración tanto de Liga como de Euroliga, 26 y 33, y añadió ocho rebotes, tres robos, una asistencia y seis faltas recibidas. Fue la solución perfecta al quebradero de cabeza que había supuesto para Laso la labor de Schortsanitis, que en el primer cuarto cargó de personales con facilidad pasmosa a los pívots madridistas.

Clave. Poco después de terminar el descanso, el griego caería en las trampas de Tomic y Rudy (último servicio del mallorquín, nulo en ataque), que anduvieron listos para cobrarse dos faltas en ataque que pondrían con cuatro a Big Sofo, que ya no jugó en el resto del partido.

Al festín de Mirotic se unieron Pocius y Carroll y el Madrid mantuvo la tensión en defensa abriendo un hueco que ya sería insalvable para los israelíes. Eliyahu y Langford, el que mejor ha aprovechado en el Maccabi­ la marcha de Farmar para dar un paso adelante, evitaron una mayor deshonra.

Con este triunfo de mérito y el basket-average particular ganado, el Madrid se queda sólo en lo alto de la tabla y se acerca al objetivo de pasar al Top-16 como primero de grupo, hecho que podría consumarse la próxima jornada si los blancos ganan al Partizán y el Efes pierde en Tel Aviv. Laso ya puede decir sin ruborizarse que su equipo aspira a la Final Four.