El subcampeón de Liga está de vuelta. A tiempo de todo. En el mejor escaparate, en la ciudad que albergará la Final Four, ante casi 12.000 enfervorizados espectadores, el Gescrap Bilbao demostró nuevamente esa personalidad que saca a relucir cuando todo parece perdido. Pasó lo mismo hace algunas semanas en Vitoria. Tras decepciones sonoras, el equipo se ha levantado con una fe inquebrantable.

Jackson, sin el relevo de Raúl López por lesión, dominó el tempo del partido y ridiculizó con sus cambios de ritmo a los bases rivales. Hervelle salió de inicio para arrancar el motor de una defensa que rozó la perfección y Fischer dominó la pintura como nunca en su etapa bilbaína. Grimau demostró que se le ha fichado para citas de tanto postín.

El equipo se dejó de pérdidas tontas y puso en evidencia la blandura de un rival muy talentoso como el de Spahija, pero que era un agujero bajo el aro y se limitó a acciones de uno contra uno del perímetro. Para acceder al Top-16 le basta con ganar al Caja Laboral, que podría quedar fuera si Fenerbahçe­ hace lo propio en Cantú.