Mirotic se inventa un milagro

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Mirotic se inventa un milagro

Mirotic se inventa un milagro

Una canasta genial del ala-pívot en el último segundo rescata a un Real Madrid que sufrió mucho para sumar un triunfo que le permite arrancar de la mejor manera posible el Top 16.

La Euroliga es un vehículo con varias marchas. Arranca en primera y va subiendo en una primera fase casi de prueba y error, donde valen los experimentos y las derrotas sólo cuentan si se acumulan de forma sonrojante. Pero las revoluciones suben en el Top 16, donde cuenta cada victoria y cada punto arañado en los averages, todo embalado hacia el drama que vendrá: los cuartos, la Final Four para cuatro elegidos. En el Top 16 hay mucho de jerarquías, de estados de forma y de gestión psicológica. Es una fase resbaladiza en la que hay que ganar todo en casa y arañar lo máximo fuera. Empezar perdiendo como local es un drama, empezar ganando fuera un trampolín. Por eso la celebración final del Real Madrid y las caras de los jugadores de Unicaja.

El Real Madrid ha desarrollado un notable espíritu de supervivencia, con rachas mejores o peores de juego pero capaz de gestionar partidos igualados a pesar de la ausencia de Rudy Fernández, que fue en un pasado breve y suponemos que será en un futuro no muy lejano el jugador elegido para esas responsabilidades. Se salvó en Alicante en un partido de altos vuelos ofensivos y quedó en pie en Málaga tras una batalla que avanzó de la tensión contenida al puro combate de nervios. Nada que ver con el 80-96 de ACB hace un par de meses. Menos bonito o quizá sólo menos estético. Desde luego mucho más sufrido. Y más valioso.

Al Unicaja de Chus Mateo se le siguen atragantando los grandes. Esta vez planteó bien el partido, secó durante muchos minutos al Real Madrid y gestionó con sentido el ataque. Y todo sin Freeland, de oficio jugador franquicia. Al equipo malagueño le faltó acierto en el tiro exterior (3/17 en triples, 0/11 en el segundo tiempo), algo de concentración cuando se sintió agraviado por el arbitraje (no sin cierta razón) y sobre todo temple en los puntos de inflexión. En el tercer cuarto y con el Real Madrid en plena hibernación (45-39) perdió el tempo y el sentido tras una técnica a Valters. En la recta final tuvo el partido en su mano (74-69) pero se lo dejó en malos ataques, alguna falta innecesaria y esas prisas estrangulantes que provoca la ansiedad. Con todo, ganaba 80-79 con ocho segundos por jugar tras palmeo de un Zoric heroico que asumió galones e incendió el Carpena con 32 puntos, 9 rebotes y esa competitividad sedosa pero ardiente tan clásica y puramente balcánica.

El Real Madrid escapó del brasero con una penetración de Sergio hacia ninguna parte y un pase doblado a un Mirotic que parecía demasiado forzado pero que recibió, se recompuso y anotó a tablero con esa facilidad que sólo tienen los jugadores como él, de talento generacional y extraño. Una canasta que es un diamante en un grupo en el que ganar fuera va a costar sudor y sangre. El Real Madrid lo comprobó pero lo hizo reponiéndose a otro mal día en el tiro (5/18 en triples) y a 15 pérdidas de balón. Hay recursos, buena noticia, para superar un mal día de Suárez y Pocius, una actuación discreta y poco trascendental de Carroll, la habitual dosificación de minutos de Begic (6 puntos y 5 rebotes en el segundo cuarto: no jugó más), un partido ciclotímico de Singler (estelar en el primer tiempo, desaparecido después) o un (otro) galimatías de Llull en la dirección y el tiro.

A eso el Real Madrid opuso su habitual generosidad en la lucha por el rebote, la sangre de Felipe, el goteo de puntos de Mirotic y Tomic y un segundo tiempo estelar de Sergio, que redimensionó a un Madrid sin timón hasta el descanso. El canario estuvo lúcido y valiente. Empezó a carburar a base de asistencias (9) y acabó anotando muchos de los puntos decisivos. Esa es la profundidad de plantilla del Real Madrid. Siempre aparece alguien, siempre hay un aspirante a héroe. Y acaba siendo, cada vez más veces, Mirotic.

A Unicaja le toca hiel, derrota y dolor. Peleó a muerte y fue mejor cuando impuso el ritmo y colapsó al Real Madrid con zonas inteligentes y agresividad contenida. Le faltó, además del agujero que deja la ausencia de Freeland, algo más de puntería de Fitch, de heroica de Rowland o de temple de un Valters que combinó energía y descontrol. Pero le faltó sobre todo y a pesar del partido gigante de Peric algo más de acierto en los ataques finales, cuando hay que sumar de cualquier forma y salvar el pellejo. En eso fue mejor el Real Madrid aunque sólo fuera por un suspiro, una acrobacia sacada de la chistera del dulce y genial Mirotic.